"La cárcel más incómoda y triste de todas es la pobreza."
Salvador de Madariaga
Doy una conferencia en La Paz invitado por el capítulo sudbajacaliforniano de la Cámara Mexicana de la Industria de la Industria de la Construcción (CMIC). Unas 500 o 600 personas están presentes. De repente una mujer se para con un cártel de protesta en el que me acusa de "sofista" (una manera elegante de llamarme mentiroso) y se coloca entre el público y yo.
Varios de los asistentes protestan, ya que el cartel no los deja ver, y el ambiente se tensa. Veo que los organizadores se consultan para decidir qué hacer. Yo le pido a la mujer que pase al frente, para que todo el mundo pueda ver el cartel sin tapar a nadie. Así lo hace y la conferencia continúa sin incidentes.
En la sesión de preguntas y respuestas uno de los asistentes me pide definir mi posición acerca de las ONG que buscan imponer sus posiciones a la población. Yo respondo que estas organizaciones viven del dinero de fundaciones extranjeras y no se preocupan por la creación de empleos en nuestro país, como ha sido el caso en los proyectos de minería. El público responde con aplausos. La mujer, después de un rato, decide guardar su cartel e irse.
La ciudad de La Paz, de hecho, está tapizada de anuncios que dicen "No a la minería tóxica. Sí a la vida." Son parte de una bien financiada campaña en contra de un proyecto en particular, una mina de oro llamada Los Cardones, pero también continuación de otros esfuerzos que desde hace años buscan prohibir toda la minería en el estado. Narciso Agúndez, exgobernador hoy en la cárcel, se unió a ese proyecto y prometió hacer de Baja California Sur un estado libre de minería a cielo abierto. Las ONG no sólo se oponen a la minería sino también a los grandes proyectos turísticos como Cabo Pulmo. La presión que ejercieron sirvió para impedir la realización de este proyecto que los estudios ambientales señalaban podía ser sustentable con modificaciones sobre la propuesta original. Miles de empleos derivados de este desarrollo simplemente no se crearán.
Un investigador paceño me dice que está impulsando un proyecto para que Baja California Sur sea un estado con una economía basada en el conocimiento y me pide mi opinión. Yo pregunto cuál es el porcentaje de la población con licenciatura universitaria. Él responde que 10 por ciento. La cifra me parece exagerada, pero aunque así fuera el proyecto sería sumamente inequitativo, ya que dejaría sin oportunidades de empleo al 90 por ciento más pobre y menos educado de la población. Una economía del conocimiento sólo puede funcionar en un estado o país con un porcentaje muy alto de la población con conocimientos avanzados. No es el caso de B.C.S. Ni siquiera países como Irlanda o la República Checa han podido tener economías simplemente del conocimiento.
B.C.S. es una entidad con vocación minera. Ésa es una oportunidad para su gente. La minería y la construcción son, de hecho, las dos actividades que mejores salarios pagan a personas sin preparación. Constituyen así una puerta para dar un mejor nivel de vida a los más pobres.
Para las ONG, nutridas de jóvenes ricos y de clase media, son inaceptables estas aspiraciones de crear empleos bien pagados para los pobres. Las ONG viven de donativos de fundaciones principalmente extranjeras que crecen cuando las organizaciones son más radicales. Su objetivo no es construir una sociedad más próspera o más justa para los mexicanos, sino preservar un paisaje virgen con pobres pintorescos para beneplácito de los extranjeros. Este esquema necesita que los pobres sigan siendo pobres. Sin ellos, los ricos no pueden donar dinero para tranquilizar su conciencia.
TAMPOCO EÓLICOS
Ni minería ni energías renovables. Grupos similares a los que se oponen a la minería en Baja California Sur buscan también prohibir la operación de parques eólicos en Oaxaca. El objetivo es impedir cualquier actividad económica. Es peligroso que México se desarrolle.
Twitter: @sergiosarmient4