¿Quién le puso a la luz su nombre: luz?
Al aire, al bosque, al fuego, al pan ¿quién los llamó así?
¿Habría mar, o sol, o vino, si sus nombres no existieran?
Te nombraré para que existas.
Para que seas pronunciaré tu nombre.
Lentamente deletrearé sus letras. Así vendrás a mí.
Digo tu nombre, amada.
Ven.
¡Hasta mañana!...