Llegó sin anunciarse y me dijo:
-Soy el seis.
No supe qué responder. Me quedé sin decir palabra. O número. El seis notó mi desconcierto, y prosiguió:
-Estoy cansado de que la gente diga: "Me quedé de a seis". Si cuando me presenté usted hubiera escrito: "Me quedé de a seis", eso habría sido muy molesto para mí. "Me quedé de a seis", dicen todos. ¿Por qué no dicen: 'Me quedé de a cinco', o: 'Me quedé de a siete', siquiera por variar? ¡Qué falta de imaginación!
Confieso que al escuchar eso me quedé de a seis. No lo dije, sin embargo. Mejor guardé silencio. ¿Qué puede decir uno cuando no puede decir que se quedó de a seis, pero no quiere romper la tradición?
¡Hasta mañana!...