Parece que el mundo está recién lavado.
El invierno decidió de pronto dejar de ser invierno, y en el Potrero de Ábrego el Sol dijo: "Aquí estoy. ¿Pensaron que me había ido para siempre?".
La cresta del alto monte llamado el Coahuilón está cubierta de hielo, y corta con sus blancas tijeras el lienzo azul del cielo. El viento frío que baja de la sierra hace que las ovejas se aprieten unas a otras. Por la noche florece en las casas el amor.
Yo no sé si la helada se haya ido. Quizá esta primaverilla es engañosa, y otra vez llegarán las neblinas y cierzos invernales. Una cosa sí sé: parece que el mundo está recién lavado. Y el alma y el corazón también.
¡Hasta mañana!...