-¡Que viene el lobo, que viene el lobo!
Así gritaba aquel pastor. Sus compañeros acudían corriendo a defender sus rebaños, pero el lobo no llegaba: el mentiroso los había engañado. Tantas veces los engañó que terminaron por ya no hacerle caso.
Un día el lobo vino. Gritó el pastor que el lobo se acercaba, pero nadie acudió. El lobo se comió a las ovejas, y se comió también a los pastores. Al único que no se comió fue al mentiroso. Le dijo. "Muchas gracias".
Seguramente este cuento ha de tener alguna moraleja, pero no alcanzo a descubrir cuál es. Por si las dudas, cuando alguien grite: "¡Que viene el lobo, que viene el lobo!", yo voy a correr, pero en dirección contraria.
¡Hasta mañana!...