Perdone usted: este día seré más cursi que otros días.
¿Cómo no voy a ser cursi si tengo sobre mi mesa de trabajo un florero con dos gardenias hechas de aroma, de terciopelo y de marfil? Su perfume suscita todas las cursilerías de este mundo. Y de los otros, porque estoy seguro de que en los otros mundos también hay cursilería. ¿Quién que es no es cursi alguna vez?
Ayer visité la ciudad donde vivo todos los días. A las siete de la mañana se llena de sí misma, y es posible verla como se quiere ver a la mujer amada: a solas.
En una de sus calles un hombre vendía vida y belleza. Quiero decir que vendía plantas y flores. Tenía una pequeña planta de gardenia, y la compré. Volví a mi casa llevándola con recuerdos de antiguos noviazgos, de canciones cantadas en noche de vino y de guitarra - "Dos gardenias para ti, con ellas quiero decir: 'Te quiero'..."-, y de versos de Julio Herrera y Reissig.
Compré una planta de gardenias que ahora me da flores, perfumes y recuerdos. Dicen que el dinero no compra la felicidad, pero a veces basta muy poco dinero para comprar pequeñas maravillas que dan pequeñas probaditas de felicidad.
¡Hasta mañana!...