El Funcionario del Estado le dijo al señor Pérez:
-No te veo.
-Aquí estoy -se atrevió a responder, temblando, el señor Pérez.
-No te veo -repitió el Funcionario del Estado.
Osó acercarse más el señor Pérez, y se puso ante los ojos mismos del Funcionario. Repitió con angustia:
-Aquí estoy.
Y el Funcionario, imperturbable:
-No te veo.
Desesperado, el señor Pérez escapó corriendo. Llegó a su casa. Y sucedió que al pasar frente al espejo de la sala no se vio.
¡Hasta mañana!...