¿Acaso Diosito es como nosotros, y a veces también se le olvidan las cosas?
Lo digo porque desde hace meses se le ha olvidado convertirse en lluvia. Los campos están secos; la tierra se hace polvo que levanta el viento en remolinos ocres. Paso por el camino junto al prado en donde están las cabras, y escucho sus balidos como ayes de tristeza. Y es que no hay hierba ya en el campo, y ya no corre el agua por la acequia, y ellas ya no se entregan al ardor del chivo, pues saben que sus crías no tendrán qué comer.
Los hombres alzan cada mañana la mirada al cielo para buscar la nube que promete lluvia, y sólo ven el azul inexorable. Las mujeres hacen cábalas con la luna: en vano esperan que se incline como una jicarita que deje caer su agua. Este año los pobres serán aún más pobres.
Y yo no sé... No sé... Quizá Dios se ha olvidado de ser Dios.
¡Hasta mañana!...