El primer periódico importante para el que escribí fue "El Porvenir" de Monterrey.
Llegué a su redacción -mis colegas de entonces no lo olvidan- cargando dos bolsas de pan de pulque de Saltillo: una para don Rogelio Cantú, caballeroso propietario del periódico; la otra para don Francisco Cerda, aquel gran señor de quien tantas lecciones recibí.
Pensé en esa ocasión: "Si no entro a 'El Porvenir' por mis columnas, seguramente el pan de pulque me abrirá sus puertas". Y no me equivoqué.
Se me ha ocurrido ahora pensar que cuando Dios me llame a cuentas llevaré conmigo otras dos bolsas de pan de pulque saltillero; una para Él, para San Pedro la otra. Molletes de huevo del viejo y entrañable Merendero Saltillo o de "La Reyna" (así, con ye); chorreadas y empanadas de nuez de las que elabora con amor y esmero la familia Mena, de tanta y tan antigua tradición.
Le daré su bolsa de pan de pulque al Justo Juez, y la suya al apóstol de las llaves. Y quién sabe... Quién sabe...
¡Hasta mañana!...