Las coplas mexicanas son traviesas. Y muchas, debo decirlo, son misóginas.
Recuerdo una que dice:
Mi mujer y mi caballo se me murieron a un tiempo.
Mi mujer Dios la perdone; mi caballo es lo que siento.
¿Por qué ese ánimo, al parecer travieso, pero en el fondo denostoso, contra la mujer? Yo pensaría que los autores de esos cantos populares son siempre hombres, y cobran así venganza del dominio que por naturaleza la mujer ejerce -y debe ejercer- sobre el varón.
También las religiones son invento de los hombres; por eso en el ámbito de lo religioso se advierte igualmente esa misoginia.
Dios nos perdone a los hombres.
Que Ella tenga piedad y misericordia de nosotros.
¡Hasta mañana!...