Don Juan cortejaba a doña Elvira, hermosa y noble doncella sevillana.
Ella se resistía al asedio. Tímida como gacela, bajaba la mirada cuando al salir del templo se encontraba con don
Juan. Si el osado galán le paseaba la calle, doña Elvira cerraba, pudorosa, los visillos de su ventana
Al cabo de unos meses, sin embargo, el hábil amador venció la resistencia de la joven, y una noche por fin la hizo
suya.
Al día siguiente, orgulloso, don Juan les dijo con una sonrisa de suficiencia a sus amigos:
-Ya la seduje.
Al día siguiente, orgullosa, doña Elvira les dijo con una sonrisa de suficiencia a sus amigas:
-Lo seduje ya.
¡Hasta mañana!...