Un hombre de Saltillo pasó a mejor vida.
(Si pasó a mejor vida quizá no era de Saltillo).
Llegó al Cielo, y lo recibió San Pedro. Cuando supo de dónde venía el recién llegado, el portero celestial llamó a un ángel y le dijo:
-Tráeme un vaso con agua del Leteo.
-¿Para qué? -preguntó el ángel.
Le explicó el apóstol de las llaves:
-Quienes beben el agua de ese río olvidan toda su vida anterior. Yo necesito que ese hombre se olvide de que vivió en Saltillo, para que se sienta a gusto aquí.
¡Hasta mañana!...