Llega el viajero a Jaumave, hermoso lugar de Tamaulipas, y recibe como regalo un árbol.
El árbol tiene sonoroso nombre: se llama higuerón. De higuera nada tiene aparte del aumentativo. El higuerón es árbol entre ceiba y encino. Su tronco es grueso y gris, retorcido como el de las ceibas tropicales; pero sus hojas son como las del encino de los bosques. Hay uno en la plaza, centenario, capaz de acoger bajo su sombra a media población. En su torno pasean las muchachas como niñas en torno de una gran abuela.
Jaumave es un bello lugar habitado por gente campesina, y por lo tanto sabia. Cuna de un río, Jaumave es fruto de la buena agua y de la tierra buena. Yo sentí el sabor de este amable lugar con sólo comer una nuez de sus nogales. Guardado en ella estaba su calor y el de su gente. Ahora va conmigo el recuerdo de aquel árbol basilical, el higuerón, hecho por partes iguales de bosque montañés y selva tropical.
¡Hasta mañana!...