"Cantando la cigarra pasó el verano entero.".
Así dice la fábula, y añade que la hormiga, en cambio, trabajó todo el verano y vio así colmados sus graneros. Cuando llegó el invierno la cigarra, hambrienta, le pidió algo de comer, pero la hormiga se negó, y la cigarra feneció de hambre, por perezosa.
Los fabulistas son hombres crueles; sus relatos tienen siempre un sombrío final. ¿Por qué no imaginar que la hormiga acogió bondadosamente a la cigarra, y que ésta, en correspondencia, cantó para ella y le alegró con sus canciones el invierno?
Es cierto. Se puede hacer de la canción un trabajo agradable, y del trabajo una amorosa canción.
¡Hasta mañana!...