Ayer vi una película de los hermanos Marx. Más bien de Groucho Marx.
Groucho Marx es uno de los más grandes comediantes que en este mundo y los demás han sido. Todas las religiones tienen predicadores que se enfurecen cuando la gente es feliz. Predican entonces contra la felicidad. Diosito se aburre de ellos, claro, y para confirmar la alegría de vivir hace que nazcan hombres como Groucho Marx.
En cuestiones de humor soy un heterodoxo. Pensarán muchos que digo sacrilegio, pero me gustan más Laurel y Hardy y los Hermanos Marx que Chaplin. Los considero humoristas más puros, más auténticos. Chaplin contaminaba su ejercicio, admirable, por lo demás, con sentimentalismos para sacar lágrimas y -peor todavía- con mensajes para hacer pensar. El Gordo y el Flaco, lo mismo que Groucho, Harpo y Chico, buscaban la risa por el simple y perfecto gozo de reír.
Tengo una foto de Groucho Marx mirando a Thelma Todd con ojos de libídine. Gran juglar del absurdo, Groucho Marx hacía chistes sobre la mujer porque estaba enamorado de todas las mujeres. ¿Absurdo Groucho Marx? Quién sabe. ¿Puede haber mejores oficios que reír y amar?
¡Hasta mañana!...
