Adán estaba triste.
Dios, entonces, hizo a la mujer, y aquella tristeza desapareció.
Poco después sucedió el afortunado incidente de la manzana, y el Señor expulsó del paraíso a Adán y Eva.
Pensó el Creador que el hombre iba a entristecerse. No fue así.
-¿Por qué te veo alegre? -le preguntó-. ¿No sufres? ¿No extrañas los goces y delicias del Paraíso Terrenal?
-Señor -contestó Adán-. Tendré que explicarte algo que no sabes. Para los hombres un paraíso sin la mujer amada es un infierno, y con ella el peor infierno es un edén.
¡Hasta mañana!...