-¡Que viene el pastor! ¡Que viene el pastor!
Así gritaba un lobo. Los demás huían para salvarse, pero el otro los había engañado: no era cierto que el pastor no venía.
Una tarde el lobo mentiroso gritó una vez más:
-¡Que viene el pastor! ¡Que viene el pastor!
Los otros lobos no le hicieron caso. Pero en esta ocasión lo que dijo el lobo era cierto: llegó el pastor; apaleó a los que se comían a sus ovejas, y los dejó heridos y sangrando.
Los lobos, irritados, expulsaron de la manada al compañero.
-No entiendo -se dolía él, desconcertado-. Cuando decía mentiras me dejaron estar con ellos, y ahora que dije la verdad me echaron.
Yo tampoco entiendo eso. Pero ya lo dijo alguien: el lobo es el hombre del lobo.
¡Hasta mañana!...