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MIRANDO A FONDO

II.- La Alameda Zaragoza, otro espacio perdido

VÍCTOR GONZALEZ AVELAR

 ENTRO DE LA DESTRUCCIÓN Permanente y generalizada que ha venido sufriendo nuestra ciudad, habría que mencionar de manera muy especial, la que en otros tiempos fue conocida como la bella y orgullosa Alameda Zaragoza. Ubicada al oriente de la ciudad colinda: Al Sur con la avenida Juárez, al Norte con la calle Allende, al Oriente con la Donato Guerra y al Poniente con la González Ortega.

CIRCUNDADA POR cuatro bellos camellones fue por años un verdadero centro de esparcimiento y el paseo dominical para las familias torreonenses.

EN PLAN de remembranza, durantes los años cincuenta fue el camino obligado de cruzar para los jovencitos que vivíamos en la calle Degollado y que íbamos al Colegio Hispano Mexicano. Era aquella una ejemplar institución educativa que fundara el gran maestro y formador de hombres, Don Pablo Farruz Sola, valioso republicano que huyendo de la dictadura de Francisco Franco, junto a otros maestros (Vigata, Ponce, Alatorre, Antolín, Alexanderi) llegaron a estos lares para divulgar el conocimiento y la cultura.

ENTONCES NUESTRA Alameda estaba cruzada por pequeñas acequias que conducían el agua para regar los árboles, plantas y flores que llenaban los cuatro puntos cardinales de aquel oasis. El entorno urbano que la rodeaba: en su frente norte el Colegio la Luz que dirigía la Señorita Pilar, en donde juntamente que en el Colegio la Paz, se educaban las niñas "popis" de la ciudad; por ahí estaba la casa del Dr. Jesús Valdez Muriel y más al oriente colindando con el Colegio Hispano Mexicano, la casa del Dr. Enrique Sada Quiroga eminente cardiólogo y la de Don Alfredo de la Parra.

LOS JARDINES de la Alameda se usaron como campos deportivos de los llamados "chicos de la Alameda". Ellos estudiaban la secundaria y los más aguerridos: Ramón Ruiz Cavazos, Jesús Valdez, José García Triana, Manolo y Francisco González Faya, Antonio Ibarra, Jorge R. Garnica, Ismael Dávila Solares, Enrique Sada Díaz de León, Jorge Segura, Sergio Cueto, Memo Máynez y Leopoldo Solares, entre otros.

AÚN PERDURA EN SU CENTRO geográfico el viejo puesto de gaseosas en donde nuestros padres nos premiaban cuando pasábamos un año escolar con una copa de nieve, una paleta y un vaso de agua de raíz.

LA ALAMEDA tenía un gran lago o pila con la forma del estado de Coahuila y decenas de ranas que mirando fijas el agua a donde vertían sus enormes chorros. Ahora todo esto, arquitectónicamente, es un despropósito sin pies ni cabeza.

En su otra punta, la esquina sur poniente a la Juárez, estaba el "Estanquillo de Luis" en donde nos reuníamos los aficionados al beisbol del barrio de la Degollado (Miguel González Avelar, Jesús Jardón Saenz, Teodoro Collignon, Manuel Sergio y Jorge Cano Loperena, Héctor Humprhey Sierra, Martín Reyes Vayssade, Pepín Díaz y Jaime Martínez Peralta entre otros) para oír asombrados cada año por la XEW, las finales de la serie mundial narrada por el inolvidable Buck Canel.

PERO TODO ACABÓ o se lo acabaron. Nuestra Alameda es hoy cementerio de bustos de bronce degollados o destruidos por el vandalismo humano. Son corredores de pisos destrozados y bancas abandonadas. Es un triste mercado de destartalados y horrorosos juegos mecánicos que han invadido media Alameda y que ni a los niños interesa. Es un espacio público violentado por decenas de vendedores que se repiten hasta el infinito ofreciendo lo mismo: duritos de harina, papas, elotes y raspados de hielo entintado. Es un espacio público ahora invadido por carritos de vendimias y puestos en plena vía pública. Nuestra Alameda es ahora un espantoso tianguis sin orden ni propósito.

HE AQUÍ PUES, otro más de nuestros espacios urbanos perdidos.

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