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Mística, fuerza y tradición nipona

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Mística, fuerza y tradición nipona

Mística, fuerza y tradición nipona

Carlos Pacheco Blanco

El sumo es un deporte identificado por las grandes dimensiones de sus gladiadores y porque éstos sólo visten un ‘calzón’ durante sus combates. Pocos saben que forma parte de las tradiciones sintoístas y que a la par de la práctica se realiza una serie de rituales que incluso llegan a ser más importantes que la propia competencia.

El sumo es un deporte de origen japonés en el cual se enfrentan dos luchadores (llamados rikishi o sumotoris). Se le considera un tipo de lucha libre, y las directrices para que se lleve a cabo son sencillas: el área en la que pelean es un círculo trazado en el suelo, y si alguno pone un pie fuera de la marca durante el combate, es descalificado; al igual que si pierde su mawashi, que si bien parece un calzón es en realidad un cinturón que mide nueve metros de largo (extendido) y 60 centímetros de ancho. Sólo los sumotoris de alto rango pueden usarlo en color blanco, para los demás es negro.

Otra causa de eliminación es intentar estrangular al rival o recurrir a golpes prohibidos. El primer rikishi que cae o toca el piso con cualquier parte de su cuerpo que no sean sus pies, pierde.

ORIGEN MILENARIO

Cuenta una leyenda que hace 2,500 años se celebró el primer combate de sumo entre las deidades Takemikazuchi y Takeminakata, por la posesión de las islas japonesas. En el Nihon Shoki, el segundo libro más antiguo de Japón, se registra la primera batalla entre mortales en el año 23 a. C., cuando el emperador Suinin le pidió a Nomi no Sukune (un alfarero) que luchara contra Taima no Kehaya (un matón). Kehaya sucumbió ante los letales golpes de Sukune, a quien desde entonces se conoce como el padre del sumo.

Durante el reinado del emperador Shomu se organizaron unos torneos de sumo en una festividad, reclutando a contrincantes de todo el país. A partir del evento, el sumo adquirió gran popularidad y se convirtió en un ritual para pedir por la paz y la prosperidad de la nación.

En 1578 se definieron las reglas parecidas a las que se tienen hoy en día. Oda Nobunaga convocó a más de 1,500 gladiadores de todo Japón para realizar un torneo en su castillo. En ese tiempo el espacio de pelea se delimitaba por la gente que se colocaba alrededor para observar. Al ser demasiados contendientes, se pintaron círculos en el suelo para acelerar las actividades. También en esa época surgieron los patrocinios, ya que muchos daimyos o señores feudales daban sustento a los sumotoris a cambio de que pelearan a su nombre.

Tras el fin del feudalismo muchos luchadores se agruparon en heyas, un sistema que continúa vigente y consiste en viviendas colectivas donde los rikishi (o aspirantes a serlo) viven y practican el sumo

En 1927 se creó la Asociación Japonesa de Sumo, que rige este deporte a nivel profesional y se encarga de preservar las antiguas tradiciones y rituales.

DISCIPLINA Y MUCHAS CALORÍAS

Usualmente es entre los nueve y 10 años cuando los niños inician sus ejercicios y combates a nivel amateur. Quienes buscan profesionalizarse deben integrarse a una heya a partir de los 16 ó 17 años.

Como parte de su instrucción, los miembros de la heya estudian educación física y aprenden anatomía, leyes, historia y cultura del sumo, caligrafía y una antigua forma de canto llamada shigin.

Pero la vida de los rikishi no es fácil; deben levantarse muy temprano a efectuar labores de limpieza y mantenimiento. Luego hacen ejercicios de calentamiento e inician una intensa rutina de entrenamiento en el dohyo o arena de sumo.

Las jornadas son extenuantes y los sumotoris no prueban alimento sino hasta después entrenar. En esa comida, consumen en promedio 10,000 calorías. Para lograr tan impresionante ingesta, preparan un platillo conocido como chankonabe, que además de darles energía les permite aumentar de peso. Contiene carne de pollo, res, puerco, ternera, pescado, todo tipo de verduras, algas, huevo, caldo de pollo, tofu y miso. Se acompaña con tazones de arroz y lo más importante, con varias jarras de cerveza. Los luchadores con menor rango son los encargados de cocinarlo. Y a diferencia de otras disciplinas en donde se realiza actividad física para eliminar calorías, luego de comer los rikishi toman siestas de por lo menos dos horas, a fin de ganar volumen lo más rápido posible, pues el peso promedio de los gladiadores ronda los 140 kilogramos. Cabe decir que en el sumo no hay categorías, lo cual significa que se pueden dar enfrentamientos disparejos entre una mole de 130 kilos y un principiante de 75.

Tras el descanso viene otro entrenamiento aunque menos intenso, donde ven técnicas especializadas o trabajo básico de piernas y pies. Posteriormente tienen una cena mucho más sencilla. Al llegar la hora de dormir los casados se van a sus departamentos, cercanos de la heya, y los solteros se quedan. Aunque al principio algunas mujeres practicaban sumo, en la actualidad lo tienen prohibido.

EL MUNDO PROFESIONAL

Sólo en Japón se practica el sumo de manera profesional y es considerado el deporte nacional, si bien en los últimos años su popularidad ha sido rebasada por el béisbol.

En el sumo el ranking es lo más importante. A la clasificación se le conoce como banzuke y se basa en los triunfos obtenidos en los seis torneos más importantes del año. Pero así como un rikishi asciende con las victorias, las derrotas provocan que baje de rango. Además, ser el vencedor o salir con un descalabro implica ganar o perder varios miles de dólares al mes, por lo que los combates suelen ser bastante aguerridos.

Los sumotoris son vistos como rockstars en Japón y los aficionados compran artículos relacionados con sus contendientes favoritos, por ejemplo los tegata, una especie de autógrafo que lleva una impresión de la palma de la mano del luchador, junto a su nombre en caligrafía japonesa.

LA MÍSTICA

Antes de cada pelea se ejecutan rituales sintoístas, los cuales toman más tiempo que el combate mismo. Por ejemplo, los rikishi realizan el shiko, una especie de danza en la que tras aplaudir levantan los pies y los dejan caer violentamente, con el fin de ahuyentar a los demonios y malos espíritus.

Después ambos se ponen frente a frente, de cuclillas; enseñan sus palmas y las frotan en sus rodillas para mostrar al rival que llegan sin ningún arma. Luego se enjuagan la boca con chikara-mizu (agua de poder) para purificarse. Además, arrojan puñados de sal al dohyo para bendecirlo.

CONTROVERSIA Y MODERNIDAD

En los últimos años el sumo se ha visto sumergido en la polémica debido a las especulaciones sobre el arreglo de combates. Varios luchadores reconocieron haber arreglado peleas para ganar más dinero.

Por otro lado, desde el año 2003 ha aumentado el número de gladiadores extranjeros, quienes dominan el mundo del sumo actual, ya que muchos japoneses prefieren llevar un estilo de vida de comodidad en vez de someterse a la disciplinaria rutina de los rikishi, por lo que en los últimos años no se ha visto un gran campeón nipón.

Aun así, es imposible desligar este peculiar deporte de la tradición japonesa, de la que los occidentales tenemos referencias por su aparición en películas y videojuegos, constatando que sin duda se trata de una práctica visualmente impactante.

Correo-e: cpacheco@elsiglodetorreon.com.mx

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