Momento de decisión
Se acerca ya el momento de decisión. Una campaña que empezó aparentemente resuelta, ahogada antes que informada por millones de spots de radio y televisión que poco o nada comunicaban al electorado, se ha cerrado y vuelto interesante al final. Cuatro candidatos que en un principio parecían distantes y limitados se han vuelto de carne y hueso tras las entrevistas y debates. Las encuestas han cambiado poco a poco para darnos nuevas perspectivas. Las distintas fuerzas políticas han movilizado a sus simpatizantes y algunos grupos que tradicionalmente habían sido apáticos, como los estudiantes de las universidades privadas, han tomado vida a través del movimiento #Yosoy132.
Al final, sin embargo, todo lo que ha ocurrido en esta campaña tendrá que quedar atrás. En el momento del voto, el ciudadano entra solo a la casilla para marcar y depositar su papeleta en la urna. Aun aquel mexicano que haya sido presionado por su sindicato o por algún otro grupo de poder, tendrá que tomar una decisión en la soledad de la casilla que, multiplicada por otras millones, nos dará a un nuevo presidente, nuevos diputados y senadores y en algunos estados nuevos gobernadores y funcionarios locales.
Mucho ha avanzado México desde los tiempos en que desde antes de una elección se decidía quién iba a ser el próximo mandatario de la nación. Hoy hay una lucha política y hay incertidumbre. Quizá muchos de los protagonistas de la nueva política sean sobrevivientes o herederos de los políticos de antaño que decidían todo desde las alturas. Pero las reglas son distintas. Tal vez nos decepcionen los ataques y cuestionamientos vulgares, pero son una señal de que el sistema democrático está funcionando.
La campaña nos ha enseñado que hacer reformas electorales no necesariamente mejora los procesos. Si bien las seis reformas electorales de 1977 a 1996 abrieron gradualmente la democracia y permitieron una competencia más equitativa, la de 2007 generó una campaña dominada por spots de radio y televisión y con innumerables restricciones para las libertades políticas. Incluso esta democracia imperfecta, sin embargo, ha demostrado ser mejor que el autoritarismo de otros tiempos.
Si usted piensa votar este domingo 1 de julio, como lo harán millones de nuestros compatriotas, le pido reflexionar su voto. La idea de que todos los políticos son iguales es simplemente falsa. Hay cosas que un presidente de la república no puede cambiar en el absurdo sistema político y económico de nuestro país, pero si alguien puede cambiar algo, es el presidente, especialmente cuando cuenta con el respaldo del Congreso.
Examine usted no nada más los rostros y las imágenes mediáticas. Trate de entender lo que sería un gobierno de un determinado candidato a la luz de las promesas que cada uno ha hecho. Después tome su decisión considerando lo que pueda usted esperar de cada uno. Eso será un voto informado.
No hace mucho tiempo, en 1976, México tuvo una elección en la que el 100 por ciento de los votos oficiales se contabilizaron a favor del candidato José López Portillo. Los votos por cualquier otra persona, inclusive el líder ferrocarrilero que contendió por el proscrito Partido Comunista, fueron anulados. Nuestro actual sistema tiene muchos defectos, pero es ciertamente mejor que el que en 1976 pretendió que todos los mexicanos podíamos votar en unidad.
Twitter: @sergiosarmient4