Por favor incluya su nombre y la ciudad donde resida.
Las cartas pueden ser editadas por razones de espacio.
El estado de Coahuila se encuentra en un momento crucial en cuanto a seguridad se refiere. La incapacidad de los tres niveles de gobierno y la indiferencia de un amplio sector de la sociedad para hacer frente al creciente fenómeno de la delincuencia ha llevado a la entidad a niveles críticos. Frente a esto, el gobernador Rubén Moreira ofrece un discurso con el que pretende granjearse la confianza de la ciudadanía. "Seremos implacables contra la inseguridad", declara al mismo tiempo que consolida el regreso al antiguo esquema bicéfalo de seguridad pública y procuración de justicia, ante le fracaso del modelo de la Fiscalía creado por su hermano y antecesor, Humberto Moreira.
En un momento en que la delincuencia ha arrebatado a la sociedad muchos de sus espacios, en que la única solución planteada por ésta es el aislamiento y el encierro, en que los ciudadanos desconfían de sus policías, en que la corrupción institucional no ha podido ser acotada, en que la entidad ocupa los primeros lugares de impunidad y en que existan alrededor de mil 700 personas desaparecidas, la propuesta del mandatario estatal pocas novedades ofrece, a la par que incurre en una grave omisión al pretender construir una estrategia sin reconocer ni explicar qué fue lo que falló durante el sexenio pasado.
Por que es necesario recordar que cuando la Fiscalía General del Estado se creó en febrero de 2009, con la fusión de la Secretaría de Seguridad Pública y la Procuraduría de Justicia, se planteó que la titularidad de la superinstitución, a cargo de Jesús Torres Charles, trascendiera el sexenio en aras de fortalecer sus labores y autonomía. Luego de tres años, el resultado de esta excesiva concentración de poder es un estado más inseguro y una fuerte sospecha, que ya es investigada por la PGR, de la penetración del crimen organizado en la institución hoy desaparecida. Y por si fuera poco, uno de los principales implicados en la presunta red de protección a la delincuencia es el hermano del hoy exfiscal.
Frente a este panorama, no resulta extraña la declaración de Jorge Luis Morán, recién nombrado secretario de Seguridad Pública, quien en su presentación aseguró que "yo no buscaba este puesto (…), pero pienso intentarlo y si creen que no puedo, no tengo ningún problema, renuncio". Y es que el reto que tienen Morán y Homero Ramos Gloria, procurador de Justicia, es enorme, no así la experiencia de ambos funcionarios en un asunto que tiene a esta entidad, como a muchas otras en el país, de cabeza.
Lo cierto es que, la recuperación de la seguridad en el estado debe pasar forzosamente por la revisión y explicación de los fracasos del pasado reciente con miras a superarlos. De lo contrario, se corre el riesgo de repetir los mismos errores que hoy nos tienen en una situación de máxima vulnerabilidad ante el crimen. Y la realidad nos ha mostrado que si no se hace lo pertinente, se puede estar peor. Ahí está Tamaulipas, Nuevo León, Michoacán y Veracruz.
