Fuera de todo romanticismo o sueño guajiro, el fin de las televisoras mexicanas -y de cualquiera en el mundo, cabe destacar- es hacer dinero, pues finalmente ese es el objetivo de los accionistas. Si alguien sabe lo anterior y lo lleva a la práctica es el polémico empresario y magnate regiomontano Ricardo Salinas Pliego, Presidente de TV Azteca, quien esta semana vuelve a estar en el ojo del huracán a raíz de su decisión -errónea, desde mi punto de vista- de no transmitir el debate presidencial del domingo y en su lugar, darle cabida al partido de futbol de liguilla Morelia-Tigres, que justamente transcurrirá a la misma hora. "Si quieren debate, véanlo por Televisa, si no, vean el futbol por Azteca. Yo les paso los ratings al día siguiente", escribió Salinas Pliego en su cuenta de Twitter en pasados días.
No me gusta TV Azteca ni concuerdo con sus criterios editoriales, programación, estilo, ni el método -algunas veces cuestionable y otras tantas agresivo- de hacer negocios de Ricardo Salinas y sus ejecutivos, en tanto estimo que existen otros medios y opciones infinitamente mejores, si de referentes informativos hablamos. Aunque los medios de comunicación tienen como uno de sus objetivos la generación de flujo de efectivo, muchos de ellos olvidan -o abiertamente ignoran- la alta misión social y la responsabilidad que va implícita cuando de formar opinión pública se trata. ¿Cuántos de ellos, en aras del rating, explotan las mismas fórmulas y esquemas de hace cuarenta años? Temo decirte, querido lector, que mientras exista una audiencia cautiva y un público ignorante y poco participativo que sobre el conocimiento anteponga el deseo de ser entretenido, para de cierto modo abstraerse de sus problemas y olvidar un presente que en ocasiones lacera, dicho método estará lejos de evolucionar hacia un esquema de contenidos de calidad. No en vano Emilio Azcárraga Milmo dijo: "hacer televisión para una clase modesta, muy jodida que nunca saldrá de ahí".
Aquí cabe destacar que Ricardo Salinas Pliego y el grupo de inversionistas que representa, son concesionarios, pues las ondas y el espectro pertenecen a la nación y es prerrogativa del Gobierno Federal revocar dicha concesión cuando así lo estime necesario o conveniente. En tanto ello no suceda, la televisora está en entera libertad de programar y generar los contenidos que crea indicados. Mientras no exista ningún ordenamiento legal por parte de las autoridades competentes en otro sentido, el próximo domingo TV Azteca transmitirá el partido de futbol al tiempo que Televisa y otras televisoras harán lo propio programando el debate entre los cuatro candidatos a la Presidencia de la República. Bajo el supuesto de vivir en un país democrático en donde optar por una u otra opción es privilegio de cada uno de nosotros, es decisión personalísima decidir qué tiene mayor importancia: si el futbol o el debate. Ahora sí, que cada loco con su tema.
Ciertos representantes políticos emplazaron al IFE para que dicho organismo le solicite formalmente a la Secretaría de Gobernación que el debate sea transmitido en cadena nacional aduciendo que es un asunto de interés general. Del mismo modo y fiel a su discurso en contra del duopolio televisivo, Andrés Manuel López Obrador afirmó que la decisión de Salinas Pliego obedece a una estrategia que busca imponer y apuntalar la candidatura del príista Enrique Peña Nieto, en tanto instó al empresario a cambiar de opinión. Al tiempo y tras las críticas y señalamientos de los que ha sido víctima esta semana, el propietario de TV Azteca se refirió al asunto con el siguiente tuit: ¡Éste sí es un debate entre un grupito de twitteros autoritarios y los ciudadanos libres de votar por lo que quieran ver!"
En ningún momento aplaudo la postura -un tanto arrogante y en aras de desafiar a sus detractores, eso que ni qué- de Ricardo Salinas Pliego, que incluso provocó la cólera de no pocos y hasta el hackeo de la página de Internet del Grupo Salinas por parte del grupo de activistas conocido bajo el nombre de "Anonymus". El futbol, por más entretenido, popular y apasionante que resulte, en ningún momento tiene mayor relevancia que el futuro de México. El periodista José Ramón Fernández dijo -también vía Twitter- que "el futbol es lo más importante de lo menos importante" e invitó a sus seguidores a "votar por la democracia y ver el debate".
Buscar imponer por la fuerza contenidos al televidente y obligarlo a ver el debate presidencial es hacerle un flaco favor a nuestra joven e incipiente democracia que hoy como nunca se encuentra ávida de evolución y madurez. No estamos en la Rusia de Nikita Khrushchev, ni en los tiempos donde Margarita López Portillo se encargó de desgraciar a la televisión mexicana. Cabe recordarle a muchos -y en especial a López Obrador- que hoy las cosas son distintas y es por todos conocido lo dañina que resulta la indiscriminada intervención del Estado sobre los medios de comunicación.
Por fortuna el México de hoy es distinto. Parece que a algunos "demócratas" se les olvida…
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