Egipto. Detractores del presidente egipcio, Mohamed Mursi, se concentran en los alrededores del Palacio Presidencial en El Cairo.
Con tono airado, el presidente egipcio rechazó ayer jueves cancelar el referéndum al que someterá a la controvertida constitución del país y que ha desatado la peor crisis política en dos años. Los manifestantes corearon "¡Muera el régimen!" y agitaron en lo alto sus zapatos, en señal de desprecio.
Mohammed Morsi adoptó una postura inflexible una noche después de que miles de su partidarios y oponentes escenificaron enfrentamientos fuera del palacio presidencial en El Cairo. Hubo por lo menos seis muertos y 700 heridos.
La crisis comenzó cuando Morsi se otorgó por decreto facultades por encima del poder judicial. Le siguió la aprobación apresurada de un borrador constitucional, una decisión que polarizó al país y llevó las tensiones políticas a un nivel no visto en casi dos años desde que fue derrocado el líder autoritario Hosni Mubarak.
En un discurso televisado a nivel nacional, Morsi acusó a algunos sectores de la oposición servir a los remanentes del régimen autoritario del depuesto Mubarak y dijo que no tolerará las acciones dirigidas a derrocar a su gobierno "legítimo".
Ante la postura de Morsi, unos 30 mil opositores gritaron a coro "¡El pueblo quiere el derrocamiento del régimen", mismo lema que utilizaron los manifestantes que causaron la caída de dictador Hoshini Mubarak.
Morsi asimismo invitó a la oposición a un "diálogo integral y productivo" que inicie el sábado en su palacio presidencial, pero no dio señales de que estaría dispuesto a hacer alguna concesión importante.
La oposición ha expresado que no desea reunirse con Morsi a menos que anule primero los decretos con los que se arrogó poderes casi ilimitados y que dé marcha atrás al proyecto de constitución que fue aprobado la semana pasada por sus aliados islamistas en una sesión maratónica.