Los candidatos, con excepción de Gabriel Quadri, están coincidiendo cada vez más en sus propuestas y promesas de acción. Las similitudes son claras. En lo que se refiere a la economía, todos prometen aumentar el empleo y el crecimiento del PIB nacional a siquiera 5 o 6%. Además de esto, se refieren a la necesidad de lograr la aprobación de reformas pendientes. Se suelen señalar como prioritarias la fiscal, la energética, la laboral y educativa, mismas que fueron propuestas ya por el presidente Calderón. No deja de asombrar el que los dos candidatos cuyos partidos impidieron en su momento la aprobación de las reformas más urgentes para el progreso nacional ahora ofrezcan destrabarlas si ganan las elecciones.
En cuanto al combate al crimen organizado todos aplauden el fortalecimiento de la Policía Federal ordenada por Calderón y que ya alcanza más de 36,000 elementos adiestrados. Su acción ha venido revelándose como indispensable para proteger vida y patrimonio de los habitantes de las ciudades más afectadas por la violencia.
Los pretendientes a la silla presidencial coinciden en mejorar la presencia, prestigio e influencia de México en el mundo definir rumbos y participación en los asuntos internacionales fortaleciendo la imagen del país para conquistar mercados y atraer inversiones. Ven en el TLC una oportunidad para coordinar acciones de interés común en la zona y colaboración institucional. Apoyan la apertura y aplauden la globalización.
Los candidatos prometen firmeza frente a los Estados Unidos en asuntos migratorios y para que detenga la marejada asesina a nuestro país de armas, ponga un freno a la corrupción que propicia la demanda interna de drogas.
En el tema de la educación, asunto cada vez el más mencionado, los candidatos están a favor de la evaluación de los maestros y coinciden en extender hasta la tarde la jornada escolar. Prometen vigilar la operación del sindicato magisterial.
Un escenario con tantas coincidencias es el lógico resultado de un intenso y prolongado proceso de decantación realizado por la ciudadanía en numerosos grupos altamente calificados que han hecho publicas sus exigencias a los candidatos sobre los agudos problemas que tienen pasmado el avance del país principalmente por el impasse legislativo en que la partidocracia nos ha sumido. Las respuestas a las inaplazables necesidades son ya para ahora bien conocidas, de sentido común. Los candidatos no pueden evitar adoptarlas como suyas. Tanta repetición erosiona.
¿Cómo identificar al mejor candidato? El ciudadano debe preguntarse cuál de las figuras que piden su voto tiene la mayor probabilidad, y el respaldo de los que deciden las cosas en su partido, para llevar adelante su intenciones justo en los términos en que las expresa. La respuesta está en la actuación pasada de su partido más que en su oferta al futuro.
Un indicador útil es el grado de orden administrativo en el manejo de las finanzas públicas mismas que acabarán por repercutir en el bolsillo del ciudadano. Lo que va sabiéndose de la corrupción financiera que presentan muchos estados y municipios gobernados por el PRI y el PRD, tiene que alarmar a cualquier contribuyente cuidadoso de su patrimonio.
Ha sido denunciada la indisciplina presupuestaria de estos partidos en los casos de Coahuila, Veracruz, Michoacán o Tamaulipas cuyas deudas se incrementaron hasta con maniobras fraudulentas a la Federación la que tendrá que salir al paso de cualquiera notificación de insolvencia estatal. El rescate comprometerá al país y puede arrastrar a un desprestigio entre inversionistas internacionales.
Las consecuencias de estos manejos no quedarán sólo en la abstracción de la cuenta pública. El peso de las deudas contraídas en los estados mencionados se traduce en cargas reales repartidas entre la ciudadanía que por ello pagará más impuestos y se verá privado de servicios municipales y estatales que requiere. Así es el caso de la deuda pública de Coahuila de más de 30,000 millones que tardarán 20 o más años en ser cubiertos por los coahuilenses, quebranto proporcionalmente mayor que el de Grecia o España.
El triunfo de partidos que han provocado esta y otras situaciones análogas es el peligro que asecha el primero de julio próximo. Las similitudes que encontramos entre las propuestas de los candidatos terminaron aquí. La diferencia está en los resultados que siguen, y es clara.
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