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Museo de las rupturas

OPINIÓN

Museo de las rupturas

Museo de las rupturas

Adela Celorio

La vida no es la que uno vivió, sino la que recuerda y cómo la recuerda...

Gabriel García Márquez

Todo lo que empieza termina alguna vez, pero eso no significa que no haya existido y haya dejado sus huellas en el corazón, lo que hace muy difícil, al menos para mí, cerrar la puerta y alejarme sin mirar atrás.

Han pasado miles de años y todavía no puedo deshacerme de las fotos de mi primer amor, aquel joven cuyos besos sabían a piña colada; y aunque ni siquiera lo pueda escuchar porque hace ya mucho tiempo desapareció de mi casa la tornamesa, tampoco puedo deshacerme del long play de Pedro Infante que me obsequió un día de los novios. ¿Y cómo arrojar al bote de basura las apasionadas cartas que otro viejo amor me escribió?

Deshacerme de los residuos que deja siempre una relación amorosa, es una prueba de desapego que soy incapaz de aprobar. Siempre llega una tarde lluviosa en que, a solas, saco de su escondite la empolvada caja de cartón donde guardo mi pasado. Releo, recuerdo, imagino, especulo... ¿y si me hubiera atrevido? Finalmente regreso a la vida real y vuelvo a preguntarme qué hacer con todos estos vejestorios. Tirarlos, regalarlos, ¿pero a quién? Son objetos que cuentan una historia que sólo yo puedo escuchar: el deshojado libro de Bécquer con una dulce dedicatoria, la camelia seca que guardo entre mis pañuelos sustituidos hace tanto tiempo por los clínex, la sortija de un matrimonio que terminó en divorcio.

Después de nuestros personales apocalipsis, con más o menos daños, la vida sigue y uno no sabe bien a bien qué hacer con lo que va quedando de cada naufragio. Fue por eso que me llamó la atención enterarme de que una ex pareja de croatas, ella, productora de cine y él, escultor, encontraron una solución creativa para deshacerse de los objetos que no se pueden tirar porque están cargados de emoción. Tras la ruptura de una relación amorosa que duró varios años, la ex pareja decidió exhibirlos. Invitaron a otras parejas a hacer lo mismo y la muestra tuvo tanto éxito que en 2011 abrieron el Museo de las Relaciones Rotas. Si el escritor turco Omar Pamuk abrió un Museo del Amor en donde exhibe hasta las colillas de los cigarros que fumó su amada, por qué no abrir uno donde a través de los residuos de una relación, se pueda reflexionar acerca de la cada día más frágil relación amorosa y la fugacidad de los días felices.

La colección de ‘las rupturas’ está formada por objetos donados por muchas personas que han querido dejar atrás los recuerdos de sus ex: un hacha con la que una mujer alemana rompió todos los muebles de su pareja cuando él decidió salir del clóset y la abandonó. Un despostillado gnomo de yeso arrojado contra el parabrisas del auto del ex marido en medio de la pelea final, y el vestido de novia que ella donó después de firmado el divorcio. Más insólitos son una pierna ortopédica, símbolo de una historia de amor entre un herido de guerra y una enfermera; un tarrito con las lágrimas de un amante abandonado; las perneras que una ex despechada cortó a cada uno de los pantalones de su marido cuando él amenazó con abandonarla. A cada objeto exhibido en el museo lo acompaña una detallada descripción.

Recientemente han agregado al recinto una especie de confesionario para que la gente grabe sus confesiones en un ambiente íntimo. Y pues sí, es una forma creativa de deshacerse de objetos que sólo sirven para abrir heridas mal cerradas; pero como dije antes, yo soy incapaz. Devuelvo el anillo a su estuche, amarro nuevamente las cartas con un listón de seda azul, y escondo de nuevo mi caja polvosa para volver a sacarla en otra tarde de lluvia y nostalgia.

Correo-e: adelace2@prodigy.net.mx

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