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Muy difícil que Peña Nieto pierda una ventaja tan amplia

JESÚS CANTÚ

EL análisis del panorama electoral mexicano, en estos momentos, muestra que será muy difícil (no imposible) que Enrique Peña Nieto, abanderado de la coalición "Compromiso por México", pierda la ventaja de alrededor de 25 puntos porcentuales, que hoy le otorgan todas las encuestas de preferencia electoral. Para que ello suceda tienen que coincidir, al menos tres factores: grandes errores del mismo candidato, que lo hagan perder puntos importantes; grandes aciertos del candidato que se posicione en segundo lugar de las preferencias electorales; e, incluso, que haya un movimiento importante del llamado voto útil.

En las últimas elecciones presidenciales, en la recta final, la disputa siempre ha sido entre dos candidatos. En la elección de la alternancia, la del 2000, se conjugaron estos tres factores que fueron definitivos: los errores del abanderado tricolor, Francisco Labastida; los aciertos del candidato de la "Alianza por el Cambio", Vicente Fox; y el importante movimiento del voto útil, que apostó al fin de la era priista. Esto fue lo que le permitió a Fox remontar los 9 puntos de diferencia con los que inició su campaña formal en enero del 2000.

En el 2006, nuevamente estuvieron presentes los dos primeros elementos: errores importantes de Andrés Manuel López Obrador, entre los más significativos su ausencia en el primer debate y su tardanza en responder a las campañas negativas iniciadas por sus detractores (en este caso fueron el PAN, la iniciativa privada y el mismo gobierno foxista. Del otro lado, Felipe Calderón, dio un golpe de timón en su campaña, en marzo de ese año, que fue determinante y le permitió remontar una diferencia de 10 puntos porcentuales en las preferencias electorales.

Así, en las dos ocasiones en las que finalmente quien inició en segundo lugar en las preferencias electorales logró el triunfo, se conjugaron claramente los errores del puntero y los aciertos del opositor y en ningún caso las diferencias fueron tan amplias como las que hoy se presentan.

En noviembre de 1999, justo al final de la contienda interna del tricolor, las encuestas le otorgaban al recién designado candidato presidencial del tricolor el 53% de las preferencias electorales y a Fox, 33% (de acuerdo a una encuesta de Arcop, que no era muy diferente al del resto de las encuestadoras), así era una diferencia de 20 puntos. En diciembre Labastida cayó a 47 y Fox subió ligeramente a 35 y en enero del 2000, al arranque oficial de las campañas electorales, los números ya eran 48 y 39, una diferencia de sólo 9 puntos.

En enero del 2006, en el promedio de cinco casas encuestadoras, la diferencia entre López Obrador y Calderón, era de únicamente 6.8 puntos porcentuales (38.6 para AMLO y 31.8 para el panista); la máxima diferencia se dio en febrero y marzo de ese año, cuando llegó a 7.5 puntos porcentuales y algunas encuestadoras reportaban hasta 10 puntos de diferencia y una preferencia electoral de más de 40% para AMLO. Pero el debate de abril marcó la diferencia y, en el promedio de las encuestas, ya apareció Calderón arriba por casi 2.5 puntos porcentuales.

En estos momentos en el promedio de seis encuestas, revisadas por Consulta Mitofsky en la primera quincena de este mes, el priista lleva 26 puntos de ventaja (ninguna le da menos de 24) es decir, seis puntos más de los 20 que llegó a tener Labastida, pero dos meses antes. Y las reglas y condiciones de la contienda hoy son muy diferentes a lo que sucedió en aquel momento.

En cuanto a las reglas, la reducción de las campañas formales a 90 días y las nuevas disposiciones para la adquisición y contratación de propaganda en medios electrónicos son dos limitantes que operan a favor del puntero.

Y, en las condiciones, hay dos elementos centrales: uno, en el 2000 el segundo lugar estaba muy definido y eso permitió a Fox enfocarse desde el inicio de su campaña en contra del primero, hoy no está claro quién será el segundo lugar, sí Josefina Vázquez Mota, la casi segura abanderada panista o AMLO, el abanderado de la coalición de izquierda, "Movimiento Progresista"; y dos, en aquel entonces la campaña en contra de la hegemonía priista era fácil de focalizar, hoy el puntero se encuentra en la oposición y no es un blanco tan localizable.

Un tercer elemento, cuya importancia sólo podrá evaluarse al final de la contienda, es la presencia del Internet, particularmente, las redes sociales y, entre éstas, el Twitter, que ha estado particularmente activo en la estas últimas semanas. Lo primero que hay que señalar es que el número de usuarios de Twitter en México es de aproximadamente 4 millones, que en relación a los 80 millones de votantes registrados en las Listas Nominales representa apenas el 5%, por mucho que la cifra haya variado no hay forma de que llegue siquiera a una cifra de dígitos, así la principal trascendencia de este instrumento de comunicación será en función de lo que reproduzcan los medios masivos de comunicación.

Así, aunque no es imposible, sí tienen que confluir muchos factores para lograr revertir una ventaja tan amplia, lo cual será sumamente difícil. Donde hay más posibilidades de éxito es en evitar que la coalición "Compromiso por México" obtenga la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, donde de acuerdo a la última encuesta de Consulta Mitofsky, en diciembre de 2011, tendría casi el 51% de las preferencias electorales, contra 27 del PAN y 22 del "Movimiento Progresista"; tampoco es sencillo pues para impedirlo hay que arrebatarle al menos 10 puntos porcentuales, pero es más factible.

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