En alguna ocasión, en la Cumbre de Cartagena, lo dijo Juan Manuel Santos, presidente de Colombia: "sin los empresarios la prosperidad para los habitantes del continente no llega" y dijo también que las decisiones de los gobiernos sin la participación de los empresarios se quedan cortas, porque las decisiones políticas sólo pueden dar resultados positivos si ellos, los empresarios, colaboran con los gobiernos".Si al nivel de la Cumbre de Cartagena, una cumbre de gobernantes, se ha hecho este reconocimiento, ello debería sensibilizar a nuestros legisladores estatales y federales para crear los incentivos que faciliten el rol del empresario en la inclusión de las clases menos pudientes.
Para que un país pueda ser sustentable es imprescindible que sus empresas sean sustentables, lo anterior no es posible en un entorno abundante en pobreza. El combate a la pobreza y la lucha por la inclusión, cuando son sólamente iniciativas del gobierno basadas en obsequios, carecen de resultados de fondo, no pasan de ser paliativos momentáneos que sólo son útiles efímeramente a quienes los reciben.En la última década, los recursos públicos para el combate a la pobreza crecieron más del 160% real, mientras el número de pobres aumentó en 5 millones. Lejos de sólo reconocer la condición lamentable y lacerante de pobreza y marginación en la que viven millones de mexicanos, tenemos que trabajar para cambiar esta realidad. Los programas de desarrollo social, más que ser asistencialistas, deben estar enfocados en detonar proyectos productivos para la población orientados también a disminuir la dispersión y el aislamiento rural.
La responsabilidad en el combate a la pobreza y en logros concretos de inclusión, cuando es compartida por el gobierno y los empresarios, da como resultado que el gobierno cumpla una función iniciadora y de impulso para que los empresarios tomen un rol continuador y consolidador de la política pública generando empleos para que existan oportunidades para todos. En América Latina, el 90% de los empleos son generados por el sector privado, los empresarios son los únicos capaces de materializar las políticas de inclusión que impulsen los gobiernos.
En una situación jamás observada, en el mes de Abril pasado, México alcanzó a China en los niveles de exportación manufacturerade productos de mediana y alta tecnología, con ello nuestro país se encuentra en el umbral de ser una potencia exportadora muy atractiva para los inversionistas. Hoy más que nunca es urgente que los roles complementarios e intrínsecamente integrados del gobierno y el sector privado, unidos ambos en una visión común de país, y particularmente a nivel regional en la Laguna, busquen el éxito en el desarrollo económico con esfuerzos integrados de corto, mediano y largo plazos.
Para generar los empleos y el desarrollo económico que todos queremos para nuestra región, se pueden aplicar los mismos principios que sugiere la Curva de Bradley, que se refiere a la seguridad industrial: liderazgo altamente comprometido, visible y comprensible; un buen sistema de gestión; involucramiento de todos los sectores de manera coordinada; responsabilidad de todos los niveles que participen y monitoreo a través de indicadores de desempeño.
Las recomendaciones de la Curva de Bradley permiten evolucionar para eliminar la falta de involucramiento y para tomar acción, crear compromiso en las personas, ser disciplinados siguiendo reglas y procedimientos, que cada participante asuma su responsabilidad y actúe en base a valores y a trabajar en equipo con metas comunes y esfuerzos coordinados.
Más allá del apoyo que puedan o no dar los gobiernos, para las empresas privadas, la erradicación de la pobreza es un asunto de sustentabilidad y supervivencia, se trata de mejorar y aplicar los recursos humanos disponibles y de convertirlos en aportadores de manufactura y mentefactura, siendo también un mercado potencial para sus productos y servicios. Cada pobre que deja de serlo, se convierte en un motor de progreso, desarrollo y bienestar. En la medida en que las personas salen de la pobreza, en esa misma medida generan ingresos y consumen bienes y servicios mejorando su calidad de vida y expandiendo la economía. Definitivamente, la erradicación de la pobreza es un negocio rentable para todos.
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