En mi tierra se acaba de dar un acto de excepcional relevancia, la solemne despedida de los restos de la excelentísima política y embajadora Amalia González Caballero de Castillo Ledón, de la Rotonda de los Tamaulipecos Ilustres, para que por derecho propio, sean ingresados a la Rotonda de las Personas Ilustres en la Ciudad de México.
Como hombre, y también en mi calidad de tamaulipeco, celebro que en la Ciudad de México se rinda merecido homenaje a una mujer tan distinguida, que con su natural talento supo incidir en los profundos cambios que el país construyó a favor de la mujer mexicana.
Es de tal dimensión la egregia figura de Doña Amalia, que básteme decirle a usted querido lector, que una distinción de tal envergadura, de ingresar a una rotonda en la que se custodian los restos de los mexicanos más ilustres, sólo se le había concedido hace 119 años a Don Manuel González Flores, tamaulipeco, expresidente de México -de arraigada estirpe porfirista 1880-1884- en el siglo XIX.
Doña Amalia González Caballero de Castillo Ledón, por legitimo derecho, es la mujer más destacada del siglo XX en Tamaulipas, y una de las figuras femeninas clave para que Don Adolfo Ruiz Cortines, en campaña hiciera suyas las propuestas de las mujeres y una vez en la Presidencia elevara a rango constitucional el derecho a votar y a ser votada a la mujer mexicana.
Doña Amalia nació el 18 de agosto de 1898, en el centro del territorio tamaulipeco, en Santander Jiménez. En una época en la que se dificultaba el paso por la academia a las mujeres, ella se dedicó a prepararse para servir, primero se graduó como maestra normalista en la capital del estado, para después partir a la Ciudad de México a cursar en la UNAM la carrera de Letras en la Facultad de Filosofía y Letras.
Pián pianito, Doña Amalia se fue convirtiendo en una mujer representativa en la lucha por la equidad de género, a la par que fue realizando una intensa labor a favor de la cultura, del arte y de los más desprotegidos, eso lo explica que junto a grandes figuras de la intelectualidad mexicana se haya dado a la tarea -con una visión impresionante de futuro- de participar en la instauración de la Asociación Nacional de Protección a la Infancia.
Además de ser una mujer impresionantemente guapa, estaba llena de un singular talento que la llevó en el sexenio del Lic. Adolfo Ruiz Cortines a ser la primera mujer que ostentara el honroso cargo de ministra plenipotenciaria de México, encabezar las embajadas de Suecia, Suiza, Finlandia, Austria y participar a nombre de México en las Naciones Unidas.
En el sexenio del carismático Presidente Adolfo López Mateos, aquel al que la voz popular le adjudicaba la frase: "¿Que nos toca hoy: viaje o vieja?", le tocó ser la primera mujer en formar parte de un gabinete presidencial: En el gobierno del Presidente Adolfo López Mateos, donde ocupó la Subsecretaría de Asuntos Culturales.
Doña Amalia falleció en el Distrito Federal el 3 de junio de 1986.
A propósito de tan brillante tamaulipeca, cierta ocasión un grupo de líderes políticos de Jimenez -su lugar de natalicio- llevaban a cabo una reunión de trabajo. De pronto uno de ellos pregunta a la asamblea:
-Compañeros. ¿Doña Amalia González Caballero era de aquí?
-¡Sí! -Respondió otro-, vivía aquí a la vuelta de la Presidencia Municipal.
Otro más dijo:
-En Europa la homenajearon, le hicieron un busto; en la Ciudad de México le pusieron su nombre a una calle; en la capital tamaulipeca el gobernador Dr. Emilio Martínez Manautou la homenajeó merecidamente imponiéndole su nombre al Teatro del Centro Cultural y miren lo que son las cosas… aquí en Jiménez, ¡ni una 'inche carne asada le hicimos!
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