El vicedirector de la Sala de Prensa del Vaticano, Ciro Benedettini, negó hoy que la magistratura pontificia tenga en investigación a unas 20 personas por el escándalo del “vatileaks”, el robo y filtración de documentos confidenciales del Papa.
En una breve declaración reportada por la Radio Vaticana, el sacerdote calificó “sin fundamento” algunas publicaciones de medios italianos que anticiparon supuestas noticias, según las cuales los investigadores de la Gendarmería Vaticana tienen en la mira a 20 empleados de la Santa Sede.
Por ahora sólo existen dos imputados ante los tribunales civiles vaticanos por este caso: el ex mayordomo de Benedicto XVI, Paolo Gabriele y el experto informático que desempeñaba labores en la Secretaría de Estado de la Sede Apostólica, Claudio Sciarpelletti.
Ambos deberán rendir cuentas ante el juzgado en un proceso que se llevaría a cabo después del 20 de septiembre, cuando concluye la feria judicial, aunque con mayor probabilidad el proceso tendrá lugar después de octubre.
El mayordomo responderá a la acusación por el delito de robo agravado, no sólo de los documentos confidenciales sino también de una pepita de oro, un cheque por cien mil euros y un incunable del siglo XVI, todos regalos al Papa encontrados en su domicilio.
El programador, por su parte, está acusado de “favorecimiento” en cuanto cómplice y mensajero de información reservada entre Gabriele y otras personalidades del Vaticano, de las cuales aún no se conoce la identidad.
Pero, como bien precisó el juez Piero Antonio Bonnet en la sentencia de envío formal a juicio de estos dos personajes, la “intrincada trama” que llevó a la fuga de documentos todavía no ha salido a la luz y por ello las investigaciones no han sido concluidas.
De hecho, en ese mismo texto, quedó en claro que la Gendarmería Vaticana ha puesto en práctica mecanismos de investigación de alta tecnología para dar con todos los indicios necesarios que lleven a reconstruir la red que propició el “vatileaks”.
Entre otras cosas se han utilizado instrumentos como interceptaciones telefónicas, de correos electrónicos, grabación de videos y audios.
Y el mismo portavoz vaticano, Federico Lombardi, no ha descartado que se puedan identificar a otros “cuervos”, como la prensa bautizó a los filtradores de los documentos confidenciales. Pero para saber de ellos hace falta tiempo, al menos no son 20, como se ha dicho.