Niños menores de siete años actúan como algunos adolescentes estadunidenses que se lastiman de forma intencional a sí mismo, provocándose cortadas, quemaduras y golpes.
Niños menores de siete años actúan como algunos adolescentes estadunidenses que se lastiman de forma intencional a sí mismo, provocándose cortadas, quemaduras y golpes, comportamiento conocido como Autolesiones No Suicidas (NSSI).
De acuerdo con el análisis 'Tasas de autolesiones no suicidas en los jóvenes: edad, sexo y métodos de comportamiento en una muestra comunitaria', destaca que los niños se involucran en esta actividad debido a situaciones emocionales como depresión, enojo o ansiedad.
El informe que se publica esta semana en la revista Pediatrics, concluyeron que los niños participan en este tipo de conductas de autolesionarse en la misma proporción que los adolescentes.
Los investigadores, encabezados por Andrea L. Barrocas, de la Universidad de Denver, Colorado, refirieron que sus métodos varían de acuerdo con el grado escolar y género, siendo las niñas las de mayor riesgo.
En la investigación participaron 665 jóvenes entre las edades de siete y 16 años, que fueron entrevistados sobre su participación en NSSI a lo largo de su vida.
Los autores hallaron que 53 niños en los grados tercero, sexto y noveno de educación elemental ya habían participado en este tipo de comportamientos, en una tasa similar a los jóvenes adolescentes.
Las niñas de noveno grado, equivalente al primer año de high school en Estados Unidos y último de escuela secundaria en México, eran tres veces más propensas a auto-lesionarse que los niños y reportaban cortes o raspaduras realizadas a su piel con más frecuencia, mientras los niños eran más propensos a golpearse.
Del total de la muestra, 9.0 por ciento de las niñas y el 6.7 por ciento reportaron un vínculo con este tipo de conductas, 7.6 por ciento de los alumnos de tercer grado las habían practicado, 4.0 por ciento de los que estaban en sexto grado, y el 12.7 por ciento de noveno grado.
El estudio encontró que un 1.5 por ciento de los niños entrevistados experimentaron altos niveles de angustia e informaron de la participación en acciones de autolesiones al menos cinco veces durante el año anterior.
Según los investigadores, los niños que participan en NSSI tienden a sentirse deprimidos, enojados, con pensamientos negativos, y las lesiones pueden tener un efecto significativo en su desempeño académico, sus relaciones y el funcionamiento social.
Los autores apuntaron que el 1.5 por ciento de los jóvenes reunieron las características para incluirse en la quinta edición del Manual Diagnóstico y Estadísticas de los Trastornos Mentales, por lo que se requiere una mayor investigación del desarrollo y género de los niños que recurren a este tipo de autolesiones.
Esta semana la publicación de la academia Estadunidense de Pediatría, con sede en Chicago, difundió también el estudio "Comportamientos de actividad física, sedentarismo y la calidad de vida relacionada con la salud de los adolescentes".
El estudio fue coordinado por Bamini Gopinath, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Sydney, Nueva Gales del Sur, Australia.
La investigación evaluó las asociaciones entre la actividad física y los comportamientos sedentarios, como ver televisión, computadora, uso del video-juego y lectura, con la calidad de vida relacionada con la salud, a través de una encuesta aplicada a dos mil 353 niños y niñas con una edad promedio de 12.7 años.
De ellos, mil 216 fueron encuestados nuevamente cinco años más tarde y 475 nuevos reclutados para el estudio. La actividad física regular en el largo plazo se asoció con una mayor percepción de la calidad de vida relacionada con la salud entre los adolescentes.
Por el contrario, las puntuaciones más bajas en estado físico, sicosocial, emocional y desempeño escolar, se observaron entre los que pasaron la mayor parte del tiempo en actividades de visualización de pantalla.
Los investigadores consideran que una mejor comprensión de estas relaciones entre comportamientos de niños y adolescentes, así como una saludable calidad de vida puede ayudar en el desarrollo de intervenciones médicas para promover el bienestar general entre adolescentes.