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No hagas cosas buenas...

Estos tres meses

ENRIQUE IRAZOQUI

En el primer minuto de hoy han arrancado las campañas presidenciales para la elección del sucesor de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.

¿Qué nos depara a los ciudadanos de a pie esta renovación constitucional del presidente de la república? La verdad es que el horizonte no es tan halagador como uno desearía ante la inminente nueva oportunidad, como sucede cada seis años.

Por el lado oficialista, el PAN lleva como candidata a una mujer que supo transcurrir entre las dos administraciones en Acción Nacional siempre en el primer nivel, aunque nunca fue del círculo rojo del presidente Calderón. Josefina Vázquez Mota ocupó la cartera de Desarrollo Social cuando gobernó Vicente Fox y arrancó este sexenio como Secretaria de Educación Pública, donde los roces con la maestra Elba Esther Gordillo la desgastaron y en la segunda mitad del sexenio Josefina se desempeñó como coordinadora de la bancada de su partido en la Cámara de Diputados.

Cuando llegó el tiempo, se presentó como contendiente a la candidatura de su partido y compitió con un Santiago Creel Miranda que para entonces era ya ficha política desgastada y contra el delfín del propio Calderón, Ernesto Cordero.

Como hace seis años, Vázquez Mota supo superar la adversidad que le significaba no tener el favor presidencial. Quizá esa sea una característica reciente del comportamiento panista: no aceptan imposiciones desde la Presidencia; así le sucedió al propio Creel cuando Fox quiso que lo sucediera, pero fue vencido por Calderón. Ernesto Cordero sufrió la derrota tal vez por ser el elegido del poder. Todo ello es el resultante que por primera vez exista una mujer con posibilidades reales de convertirse en presidenta de México.

Sin embargo, el optimismo que suscitó que una dama sea la candidata del partido en el poder, poco a poco ha ido perdiendo empuje. Si bien es cierto que con todos los méritos es quien es, también es innegable que el discurso de Josefina esté lleno de lugares comunes, y de poca claridad y novedades que ofrece al electorado. Las yerros que ha cometido en las semanas de la veda electoral que terminó ayer le han significado restas a su propósito, y al final de cuentas Vázquez Mota representa una continuación de los gobiernos panistas que han sido más que decepcionantes por las expectativas generadas.

Vicente Fox si bien es cierto supo darle estabilidad macroeconómica al país, terminó siendo un presidente folclórico y hasta frívolo, que desperdició la oportunidad histórica de renovar al Estado Mexicano. Felipe Calderón, ciudadano dotado de intenso bagaje cultural y de preclara inteligencia, sucumbió ante su propia terquedad y el añejo defecto panista de creer que sólo ellos son puros y castos, cuando en realidad muchos de ese partido en la práctica han demostrado que son tan corruptos como sus contrincantes.

Andrés Manuel López Obrador no es la sombra de lo que fue hace seis años. El señor López es primordialmente un luchador social, pero no mucho más. Sin una preparación intelectual destacable, López Obrador representa si acaso, porque así lo es, la única opción de cambio. Del PRI fueron setenta años y los que se siguen viviendo en los estados, y el PAN lleva doce y no es panacea alguna. Ese puede ser el principal atributo del candidato de las izquierdas, aunque hay que ser muy torpe para pensar que no es más el político intransigente que por años demostró ser.

Para convertirse en candidato, López Obrador derrotó a Marcelo Ebrard en una encuesta como lo habían pactado, y con ello resultó ungido. Durante la precampaña ha mencionado nombres que conformarían su gabinete y la verdad es que son perfiles muy interesantes. Para desfortunio de él las encuestas lo sitúan en tercer lugar, así que su escenario no se parece nada al de 2006.

Enrique Peña Nieto es la fachada del lobo. El candidato del PRI es un hombre de mediana edad con espléndida presencia que supo construir su candidatura en base a los miles de millones de pesos que tuvo acceso cuando fue gobernador del Estado de México, que es la entidad federativa con mayores recursos. Peña tuvo el tino de saberse con posibilidades desde el primer momento que asumió la gubernatura un año antes de las presidenciales y cuando su partido fue derrotado y dejado en tercer lugar, tuvo campo libre para, a través de los medios nacionales televisivos, construir la imagen de que ahora goza. Una imagen de modernidad y frescura. Pero atrás de él está el corporativismo priista, así que quien piense que él representa una renovación, equivocado está. Peña Nieto es lo que ha sido el PRI, no otra cosa. El electorado habrá de decidir si eso es lo que quiere en plena democracia.

Nueva Alianza tiene a Gabriel Quadri como abanderado. El candidato tiene cartas de intelectual y ambientalista, pero no se puede comprender que haya aceptado ser una comparsa sin posibilidad alguna. Tal vez Quadri quiera pasear por México 3 meses y tener esos 5 minutos de fama.

El futuro no es nada halagüeño. No parece que nuestra patria será gobernada por un estadista, sino que quien llegue será la nueva pieza del engranaje político podrido que tiene México, y que al menos por ahora, no se puede esperar una real renovación. Por lo pronto a vivir lo que los tres meses de campaña hoy empiezan.

eirazoqui@elsiglodetorreon.com.mx

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