NORMATIVIDAD AGROPECUARIA
A pesar de que mucha gente no la consume por el desagradable aliento que provoca la cebolla estimula el apetito y regulariza las funciones del estómago, es diurética, por lo tanto es un medio importante como depurativo del organismo.
Es muy buena para todas las afecciones respiratorias, para tos, catarro, resfriado, gripe, bronquitis, si se prepara el jugo de 1 cebolla junto con el jugo de 1 limón y 2 cucharadas de miel y se toma caliente ayudará a la recuperación. Las cebollas crudas o cocidas o su jugo, funcionan muy bien en caso de estreñimiento.
Es un gran desinfectante, por lo tanto comerla sobre todo cruda, ayuda a proteger contra las enfermedades infecciosas. Ayuda a combatir la caspa y la caída del cabello, haciendo fricciones en la cabeza, con su jugo frecuentemente. Contiene vitaminas y sales minerales, azufre, fósforo, hierro, calcio, sodio, magnesio etc. Para aquéllos que son diabéticos, incorporar la cebolla a su tratamiento es muy importante ya que ellos necesitan depurar su sangre y la cebolla ayuda a depurarla, desinfectándola, ya que actúa eliminando las impurezas de la sangre, tornándola más limpia y pura y por lo tanto con más defensas, además ayuda a limpiar y rejuvenecer el cutis.
Extraer el jugo de una cebolla cruda y aplicarlo una o dos veces seguidas, sobre el rostro, masajeándolo hasta que lo absorba totalmente. Este procedimiento embellece el rostro.
La cebolla es rica en minerales y oligoelementos: calcio, magnesio, cloro, cobalto, cobre, hierro, fósforo, yodo, níquel, potasio, silicio, cinc, azufre, bromo, también la vitaminas A, B, C y E.
Además alberga un aceite esencial que contiene una sustancia volátil llamada alilo, con propiedades bactericidas y fungicidas. Es interesante su contenido en glucoquinina, una sustancia hipoglicemiante considerada la «insulina vegetal», pues ayuda a combatir la diabetes.
Sus enzimas favorecen la fijación de oxígeno por parte de las células, colaborando en la función respiratoria. En cuanto a sus componentes principales son: agua (89%), glúcidos (8.6 g), fibra (1.6 g), proteínas (1.2 g) y grasas (0.2 g), con 38 calorías por 100 g.
Por lo tanto la cebolla estimula numerosas funciones orgánicas, pues es diurética, cardiotónica e hipoglucemiante. Tiene asimismo propiedades antisépticas y emenagogas (regulación del ciclo menstrual). Reduce, al igual que el ajo, la agregación plaquetaria (peligro de trombosis), así como los niveles de colesterol, triglicéridos y ácido úrico en la sangre. De manera general, favorece el crecimiento, retrasa la vejez y refuerza las defensas orgánicas, sobre todo frente a agentes infecciosos.
Las indicaciones terapéuticas de la cebolla son: Edemas, oligurias (escasa formación de orina); congestión de los órganos pelvianos en la mujer y prostatismo en el hombre. Enfermedades infecciosas; convalecencia; astenia. Trastornos cardiacos; hipertensión; arteriosclerosis. Resfriados, gripe, bronquitis y tos. Digestiones lentas y flatulencia con hipoclorhidria (disminución de jugos gástricos, pero se desaconseja en caso de hiperclorhidria y ardores). Fermentaciones intestinales; estreñimiento; parásitos intestinales. Nerviosismo, insomnio, depresiones menores. Diabetes; reumatismo; obesidad y celulitis.
Por otro lado la cebolla es imprescindible en la cocina pues es uno de los condimentos más empleados en la cultura gastronómica gracias a su jugosidad, la cebolla permite cocinar con muy poco aceite y agua. Encurtida, frita, rebozada, hervida, al horno o cruda la cebolla es deliciosa.
A la hora de la compra se deben elegir cebollas que tengan el bulbo firme, sin brotes y que conserven intacta la piel, que ha de ser crujiente. Para conservarlas bien no es recomendable guardarlas en el refrigerador. Por el contrario, se deben guardar en un lugar seco y ventilado, donde no tengan la luz directa, y colocadas sin amontonar.
Los principales componentes de la cebolla son: Aminoácidos: Ácido glutamínico, argenina, lisina, glicina, etc. Minerales: Principalmente: Potasio, fósforo, calcio, magnesio, sodio, azufre y, en cantidades menores: hierro, manganeso, zinc cobre y selenio. Vitaminas: Vitamina C, Ácido fólico, Vitamina E. Aceite esencial con muchos componentes sulfurosos: disolfuro de atilpropilo, metilaliína, cicloaliína, etc. Ácido tiopropiónico: Quercetina: tratamiento de la debilidad capilar. Aliina, en menor cantidad que el ajo.