¿Por qué en la idiosincrasia del mexicano está el burlarse constantemente de la muerte?
Se podría pensar que por ser el pueblo mayoritariamente creyente, tiene confianza en que el más allá es mejor que este mundo, pero se me hace un argumento poco profundo para llegar a esa conclusión.
Hay en el fondo algo más y quizá sea el espíritu de un pueblo que está acostumbrado a burlarse de todo y de todos.
No hay acontecimiento, por dramático que sea, que al instante ya estén circulando los chistes y las bromas; y ahora más cuando para ello se puede utilizar un medio como es la Internet.
Pero hay algo más. Ninguna cultura es proclive a llevarle música a sus muertos y que les toquen las canciones que les gustaban. Tampoco en ninguna de ellas, como sucede en el sur, se desentierran los esqueletos y los limpian antes de volverlos a enterrar.
A ninguno de ellos se les hacen ofrendas tan coloridas como el cempasúchil para guiar su regreso, ni les levantan altares con todo aquello que les gustaba, desde el vino, hasta la comida.
Costumbres éstas ancestrales y maravillosas, propias de nuestras tradiciones, que ven en la muerte el cerrojo a una vida llena de felicidad.
Porque eso de que "todo en la vida tiene remedio, menos la muerte" entre nosotros no opera, porque para nosotros la muerte es el remedio a todos los males que podamos haber padecido en esta vida.
Y es que al final de cuentas, ¿qué necesidad hay de preocuparse por la muerte? Ésta llegará cuando tenga que llegar y no va a pedir permiso para arrancarnos de la vida.
Como decía Montaigne: "Si no sabéis morir, no os preocupéis; la naturaleza os enseñará en el acto, plena y suficientemente".
Si hay cosas sobre las que no tenemos control, dejemos que la naturaleza opere. Ella nunca se equivoca.
José Guadalupe Posada, nos enseñó a disfrutar de la muerte en sus múltiples grabados, todos coloridos y maravillosos. Porque llega un momento que bailar con la Catrina es un privilegio, que a todos nos va a tocar en algún momento.
Hasta hay quienes desesperados o ansiosos se adelantan a su turno y la toman anticipadamente por propia voluntad.
"La vida de los muertos reside en la memoria de los vivos". Por ello nos gusta ponerles sus altares y llenarlos de ofrendas para recordarles que siempre los tendremos presentes.
¡Qué ganas de volverlos a ver, aunque fuera unos minutos! Pero ante la imposibilidad real de hacerlo, los honramos y festejamos como cuando estaban vivos.
¿Puede haber elogio más emotivo y significativo que ése?
No importa dónde estén en realidad. A lo mejor sólo están en nuestra memoria; pero si así fuera, vivirían felices por saberse recordados y amados como cuando estaban vivos.
La forma de honrar a los muertos, como lo hace el pueblo mexicano, es verdaderamente única. Como único es este país cargado de magia, colorido y música.
"Viene la muerte cantando, por entre las nopaleras. ¿En qué quedamos pelona, me llevas o no me llevas".
Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar, que Dios te guarde en la palma de Su mano".