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NUESTRA SALUD MENTAL

Dr. Víctor Albores García

EL ESTRÉS QUE VIVIMOS.

Para correr un maratón, seguramente se requiere de un riguroso entrenamiento y disciplina, de una condición física y mental favorables, así como de un estado de ánimo vigoroso y esperanzador. ¿Pero qué sucede cuando espontáneamente, de un día para otro nos convertimos todos en maratonistas aficionados, naturales o forzados a participar en mayor o en menor grado en un maratón anual tan extraordinario e indispensable, como es el bien o mal llamado "Guadalupe-Reyes", que realmente se inicia a partir del día de muertos? ¿Y cuántos de nosotros alcanzamos a llegar a la meta final después de recorrerlo en su entera longitud a toda la velocidad que nos permita la edad, el estado físico y mental, la resistencia y la experiencia que se tenga en tales ejercicios? ¿Y una vez terminada la aventura, habría que preguntarse sobre el resultado y las consecuencias de una experiencia semejante, así como valorar al final del recorrido nuestro estado físico y emocional, una vez que partida la rosca, los Reyes se despidan y se termine otra más de esa serie de celebraciones folclóricas, compuestas por comilonas, borracheras y desveladas, con las cuales se suele cumplir con los cánones culturales más estrictos y los respectivos ritos más indispensables? La nostalgia y el sentimentalismo que pueden producirnos nuestros difuntos al recordarlos en Día de Muertos, el fervor y la devoción que adornan las peregrinaciones guadalupanas día tras día hasta llegar al altar mayor, se mezclan después con el jolgorio entre pagano y religioso de las posadas, para prolongarse todavía con ese mismo espíritu entre místico y primitivo durante el resto del mes de diciembre, entre la algarabía y la locura consumista que nos invade como ambiente navideño hasta llegar finalmente a la noche del 24, el nacimiento de Jesús y el despertar del 25, así como las siguientes reuniones y celebraciones familiares de los últimos días del mes, hasta la melancólica despedida del año, para luego intentar sobrevivir la llegada de otro más, ocupados en preparar la bienvenida para los Reyes en su visita temporal, no del todo popular aquí en el norte, pero que igualmente se seguirá repitiendo al año siguiente. El balance final de semejante maratón que lleva las características de un paseo vertiginoso por la montaña rusa, está salpicado de una maraña de emociones tan intensas, variadas y contradictorias que nos mueven y sacuden en todas direcciones hasta dejarnos finalmente extenuados, atontados, exprimidos y desgastados al terminar el paseo, aún sin que nos demos cuenta. Nostalgia, tristeza, alegría, fervor, esperanza, enamoramiento, enojo, sorpresa, indiferencia, frustración, felicidad, incertidumbre, entusiasmo, culpa, desencanto, miedo, vergüenza, desesperación, excitación, emoción, espiritualidad, voracidad, canibalismo, compasión, ternura, resentimiento, impotencia, lástima, malicia, orgullo, devoción, disgusto, pasiones, aversiones, luchas de poder, sensaciones de traición, de pérdida y distanciamiento, o de cercanía e intimidad y tantos otros sentimientos que se mezclan unos con otros como relámpagos que nos envuelven por momentos en forma desordenada e ilógica sin causa ni relación aparente, pero que alcanzan a convertir este maratón en una experiencia sumamente intensa y estresante que nos invade de un cierto estilo de ansiedad que varía en intensidad por momentos y niveles, y también de acuerdo a la sensibilidad de cada individuo, y a la capacidad que tenga para detectarlo y expresarse.

¿Cómo sobrevivimos a esta fantástica montaña rusa que nos impulsa con tal fuerza, y de qué forma logramos enfrentarla utilizando cierto tipo de mecanismos defensivos de desahogo que son aprendidos y apropiados para cada uno de nosotros? Me parece que vale la pena revisar tales mecanismos, porque aunque en tantos de los casos son inconscientes, el poder detectarlos y hacerlos conscientes, nos permitirá aprender a utilizarlos mejor para luchar en contra de la ansiedad y el estrés que enfrentamos en forma cotidiana, tal vez en menores o mayores escalas (Continuará).

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