ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC)
CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA
EL ESTRÉS QUE VIVIMOS
(QUINCUAGÉSIMA NOVENA PARTE)
Una vez terminado el maratón "Guadalupe-Reyes", tenemos que lidiar con otro maratón más de estrés y ansiedad en nuestra cuesta de enero, al enfrentar toda esa sólita carga fiscal de cada año, que llega siempre con grandes novedades y numerosas variaciones y vericuetos burocráticos, pero refinada cada año con mayores "facilidades" como un regalo especial de "nuestros Reyes" para pagar sus deudas. ¿Cómo logramos manejar tales experiencias maratónicas? Es así como el principio del año se convierte entonces en una fantástica oportunidad para hacer un balance y revisar todos aquellos mecanismos defensivos que estamos utilizando para protegernos del estrés y para canalizar la ansiedad durante ambos maratones, así como para valorar las ventajas y desventajas de su uso, es decir, qué tanto nos protegen realmente, o si por el contrario, resultan contraproducentes debido a sus efectos secundarios. Mientras que algunos de estos mecanismos resultan benéficos en tales objetivos para combatir el estrés y canalizar la ansiedad, otros mecanismos se utilizan con tal intensidad y en forma tan frecuente, que llegan a convertirse en hábitos demasiado compulsivos al grado de rayar en lo adictivo. El comer como una forma de disfrutar los alimentos, así como la convivencia familiar o con las amistades, ayuda definitivamente a canalizar la ansiedad y manejar el estrés en esta época navideña. Sin embargo, este mecanismo también puede ser utilizado compulsivamente en tales fiestas con demasiada frecuencia y en estilos desordenados; para inclusive prolongarse a lo largo del año con resultados no muy satisfactorios. Algo parecido sucede igualmente con la ingestión de ciertas sustancias que comúnmente se usan "para calmar los nervios" como es el caso del café, el tabaco, los refrescos de cola, o las bebidas alcohólicas que sirven para acompañar las comidas de celebración, pero que contrario a la creencia popular, en la mayoría de los casos se trata realmente de estimulantes del sistema nervioso, que más bien tienden a incrementar los niveles de ansiedad, de modo que sus resultados son contraproducentes. Otros mecanismos también muy populares y que se utilizan con mayor intensidad durante esta temporada de fiestas, tienen que ver con el uso ilimitado del dinero aún cuando no se tenga ni se gane lo suficiente, de forma que se presenta esa popular compulsión a gastarlo y a comprar todo tipo de productos, independientemente de si son indispensables o necesarios. Este estilo de consumismo tan propio de nuestra época, avanza como una especie de epidemia que contagia a todos, al grado de que curiosamente se convierte en un estado de ansiedad grupal que busca ser canalizada a través de las compras, pero que en el fondo llega a producir mayor ansiedad e insatisfacción, como si se tratara de un círculo vicioso, especialmente cuando llegan las cuentas. Los juegos de azar, las apuestas y los diferentes instrumentos que han introducido los casinos en nuestra comarca, al igual que ha sucedido en muchos otros sitios del mundo, se han convertido asimismo en mecanismos sumamente populares para canalizar la ansiedad secundaria al vacío interno y la inercia que viven tantas personas, así como para supuestamente disminuir el estrés, asociado todo ello a esa siempre humana y maravillosa ilusión de hacerse millonarios sin mucho esfuerzo. Muchos hombres y mujeres combaten a su vez la ansiedad y el estrés a través del placer que se obtiene durante las relaciones sexuales, al canalizar tanto el afecto como el amor de las relaciones interpersonales, como los caudales de energía que se acumulan en forma cotidiana. Por un lado, suele ser un excelente y saludable mecanismo, que sin embargo, al igual que los otros mecanismos igualmente puede alcanzar niveles compulsivos y adictivos que tampoco cumplen del todo su objetivo tranquilizador primario (Continuará).
