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NUESTRA SALUD MENTAL

EL ESTRÉS QUE VIVIMOS

Es importante considerar que además de los mecanismos mencionados en la columna anterior, existen otros muchos que las personas utilizamos para combatir la ansiedad y el estrés no sólo en esta época de fiestas navideñas que alcanzan niveles tan altos, sino a lo largo de nuestra existencia cotidiana. El ejercicio físico así como los diferentes tipos de deportes representan definitivamente mecanismos excelentes, saludables y sumamente naturales y fisiológicos para quienes los practican, como una forma de cuidar su cuerpo, su salud física y mental, su imagen corporal y su autoestima, a la vez que les sirve para canalizar toda esa energía física que se acumula, al igual que sucede con la ansiedad y el estrés cotidiano; con resultados especialmente benéficos cuando se practican en forma regular, organizada y disciplinada. Uno de ellos recomendado ampliamente por sus efectos positivos en diferentes áreas, es el yoga en sus variados estilos y manifestaciones. Desgraciadamente para muchos individuos, tales mecanismos son utilizados en forma desordenada y compulsiva, sin límites ni disciplina, hasta casi convertirse en un estilo de vida irregular o adictivo, lo que consecuentemente puede traer resultados negativos y contrarios a los objetivos primarios que se perseguían, sobre todo cuando se tiende a añadir una serie de sustancias poco saludables. Para muchos otros sujetos que no practican deportes, ni se involucran personalmente en ningún tipo de ejercicio físico, el seguir como fans tales experiencias a través de la prensa, de la televisión o asistiendo personalmente a los encuentros y partidos, también llega a representar un mecanismo admirable mediante el cual suelen desbordar su entusiasmo, así como toda clase de emociones acumuladas, en las que naturalmente iría incluida la ansiedad, al grado de cumplir igualmente con tales objetivos. Sin embargo, lo que sucede en un alto porcentaje de estos casos, cuando dicha canalización emotiva es facilitada o estimulada mediante la ingestión de alcohol o de otro tipo de sustancias en cantidades importantes como sucede con frecuencia, las consecuencias no siempre resultan satisfactorias para el individuo, para su familia, para los demás y hasta para la comunidad en general, debido a los pleitos y accidentes que provocan, lo que deja de ser entonces el objetivo principal que se perseguía. Los diferentes ritos y prácticas religiosas, así como el acercamiento a los diversos modelos de iglesias, agrupaciones, congregaciones e instituciones de tal índole, ha sido definitivamente a lo largo de los siglos otro de los mecanismos universales utilizados frecuentemente tanto con fines realmente espirituales o existenciales para encontrar una esencia divina, motivados por el fervor y las creencias personales a la vez que por diversos aspectos y conflictos morales que enfrenta cada individuo, se llegan a convertir entonces en excelentes mecanismos y refugios que protegen y ayudan a disminuir la ansiedad y el estrés. No obstante, y al igual que en los otros casos que se han mencionado, el extremo opuesto transformado en fanatismo intolerante y rígido utilizado a su vez como un instrumento punitivo y amenazador, ya sea contra sí mismo o contra los demás como un estilo de religiosidad compulsivo y adictivo, puede traer mayores niveles de estrés y ansiedad que los presentados inicialmente.

Los medios de comunicación masiva, especialmente el cine y la televisión, pero todavía en mayor grado en nuestros días, esos medios tan útiles y popularizados como son la computadora o los teléfonos celulares, especialmente cuando no sólo se limitan a esa excelente función como instrumentos de comunicación, sino que ofrecen además tantos juegos y diversiones tan variadas, a la vez que una multiplicidad de redes sociales que se tornan tan extensas, complejas, inquietantes y atractivas, forman parte en el presente, de ese capítulo tecnológico y cibernético que nos atrapa al estar al alcance y servicio de cualquiera sin importar edades, género o niveles socioeconómicos. Por lo mismo, su función general llega a ser superada, para convertirse irremediablemente en mecanismo de fuga que nos permiten evitar esa realidad estresante y cargada de ansiedad que vivimos en el presente, aunque paradójicamente, también a la larga llegan a esclavizar a quienes los utilizan compulsivamente y en forma adictiva, al tornarse dependientes de ellos, con resultados no siempre favorables (Continuará).

  Por: Dr. Víctor Albores García

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