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NUESTRA SALUD MENTAL

Dr. Víctor Albores García

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA A. C.

(PSILAC).

CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA

ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA.

EL ESTRÉS QUE VIVIMOS.

SEXAGÉSIMA SEXTA PARTE.

Desempolvar y cultivar nuevamente toda una serie de mecanismos que aprendimos a usar a lo largo de la vida, desde la infancia, la adolescencia o en las etapas como adultos y que nos fueron útiles e importantes en esas épocas, nos ayuda a reconocer en el presente que muy posiblemente puedan seguir útiles, productivos y favorables en nuestra lucha cotidiana contra la ansiedad y el estrés. El exceso de trabajo, de preocupaciones en los diferentes ámbitos en los que nos movemos diariamente; la contaminación ambiental física e ideológica con ese bombardeo interminable de mercadotecnia barata a base de malas noticias, de noticias distractoras, de episodios amarillentos y rojos, de la venta de productos artificiales y perecederos entre los que destacan las falsas y maquilladas imágenes de candidatos a las próximas elecciones, que se repiten a sí mismos una y otra vez, con máscaras que dejan al descubierto sus caretas narcisistas, vanas, predatorias, incongruentes, y además poco confiables, repitiendo hasta el cansancio esas fórmulas y patrones adulterados a los que hemos estado supeditados desde hace tantas décadas, sin que el ingenio ni la creatividad les haya permitido llegar más lejos, y sin importar tampoco el estilo del partido político al que pertenezcan, mezclados todos en esa homogénea fraternidad chapucera que nos presentan una y otra vez, desde las redes de la publicidad. Todo ese cúmulo de factores cotidianos que nos absorben y distraen a la vez, que nos contaminan precisamente con un buen porcentaje del estrés que vivimos al envolver nuestra existencia, nos llegan a bloquear de tal forma, que nos impiden pensar con claridad para recordar y desempolvar aquellos mecanismos que nosotros mismos hemos aprendido, creado y practicado en el pasado. Mecanismos que desgraciadamente hemos perdido u olvidado en el camino, o los hemos mantenido escondidos como sucede con los objetos y los juguetes viejos y valiosos de otros tiempos, que en sus días tuvieron roles y funciones importantes, y que no sería tan descabellado rescatar en el presente para utilizarlos una vez más como antídotos importantes para contrarrestar la ansiedad y el estrés.

En la mayoría de nosotros, el presente se torna tan sumamente absorbente, celoso y exigente, que difícilmente nos permite detenernos en ciertos momentos para reflexionar y regresar de vez en cuando al pasado, en un viaje que nos sirva para explorar, reconocer y registrar eventos y experiencias que fueron valiosos en nuestra vida, no sólo como experiencias traumáticas y dolorosas de crisis y sufrimiento, pero también aquellas de alegría, satisfacción, creatividad y triunfo. El poder hacerlo nos permite, como sucede muy a menudo en la psicoterapia, reconocer ambos tipos de experiencias como eventos reales de nuestras vidas, que de alguna manera hemos podido sobrevivir gracias al uso de diferentes tipos de mecanismos que se generaron entonces y que jugaron un papel importante en esos momentos. Mecanismos nuevos que descubrimos en nosotros mismos, en personas importantes de nuestra familia o a nuestro alrededor, o en el ambiente mismo en el que nos desarrollamos; mecanismos que creamos y que aprendimos a utilizar bajo el dolor y el sufrimiento estresante secundario a tales crisis, y que por lo mismo fueron cruciales en ayudarnos a resolverlas. A su vez, también las experiencias positivas y satisfactorias nos dejaron un aprendizaje en cuanto al uso de aquellos mecanismos que tal vez ya conocíamos, que volvimos a practicar una vez más para reforzarlos y darnos cuenta que podían funcionar productivamente a nuestro favor, en la solución de problemas o en el enfrentamiento a determinadas circunstancias más o menos difíciles que se nos presentaban. Es así como obtuvimos en ambos casos, tanto en las experiencias y eventos negativos, como en los positivos y exitosos, el aprendizaje de una serie de recursos y mecanismos que poseemos, que son propios, que tenemos en nuestras manos para enfrentar y resolver ambos tipos de situaciones, pero que quizás los hemos olvidado con el tiempo, los hemos dejado de practicar y los arrumbamos en un rincón. Se trata de recursos y mecanismos vitales que debiéramos desempolvar y redescubrir, en una época en la que estamos tan necesitados de todo aquello que tengamos a la mano para luchar contra el estrés y la ansiedad del presente (Continuará).

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