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NUESTRA SALUD MENTAL

Dr. Víctor Albores García

EL ESTRÉS QUE VIVIMOS.

Hace un par de semanas mencionaba el juego y el sentido del humor como algunos de estos recursos y mecanismos importantes con los que contamos y que debiéramos practicar con mayor frecuencia, sin que ello nos haga sentir avergonzados o culpables, por calificarlos como "cosas de niños" con ese criterio tan demasiado formal, austero y rígido de la vida, que nos hace pensar que los adultos ya no tenemos derecho a tales experiencias, precisamente porque somos adultos. Y sin embargo, al explorar nuestro pasado, seguramente podríamos descubrir que fue nuestro sentido del humor y nuestra capacidad de juego lo que en aquellos momentos difíciles y críticos, o satisfactorios y creativos, nos ayudaron a reír posteriormente de tales circunstancias para asumirlas y lograr levantarnos menos lastimados, para poder seguir adelante con un sentido menos dramático, y más accesible y positivo de tal experiencia. En una dirección un tanto diferente, pero también dentro de los límites del juego, es posible detectar asimismo, otro tipo de maniobras aprendidas y desarrolladas a través del tiempo, en las que la investigación, el orden y la meticulosidad absorbieron la actividad de niños, niñas y adolescentes, hasta convertirlos desde edades más o menos tempranas en ávidos coleccionistas de toda clase de objetos, ya fueran cartulinas, estampillas, monedas, medallas, cómics, pequeños modelos de diferentes tipos en forma de trenes, autos, aviones, soldaditos de plomo, Barbies o muñecas de estilos variados; personajes y objetos típicos de filmes de aventuras, de ciencia ficción, de terror, de caricaturas, de animé, etc. como parte de esa estilizada e imaginativa producción de objetos que la mercadotecnia se ha encargado de presentar en forma tan atractiva para los coleccionistas de todas las edades y gustos. Y se podría seguir enumerando tantos otros objetos de colección y de culto como son las revistas de tópicos diversos, las conchas y caracoles marinos, las rocas, los relojes, las antigüedades, la ropa, los sombreros, los objetos de arte, las bicicletas, motocicletas y autos de tamaño normal, y cualquier tipo de objeto o producto de naturaleza extraña que pueda clasificarse como coleccionable, de acuerdo al gusto, la fantasía, la imaginación, la creatividad y las experiencias y rasgos de personalidad de cada sujeto que se combinen y se orienten en semejante dirección. Gracias a estos mecanismos, se aprende a manejar en forma consciente o inconsciente la ansiedad y el estrés, mediante el uso del control, la posesión, el orden y la meticulosidad, como rasgos obsesivos saludables, efectivos e importantes, sin importar la edad, el género, el nivel socioeconómico o cultural del individuo en cualquier etapa de la vida. El coleccionar, considerado como un hobby, se asocia a su vez a otro gran número de hobbies, un término inglés que introducido y casi castellanizado a nuestro vocabulario actual, se ha popularizado enormemente y viene a formar parte de una serie de actividades que sirven para llenar lo que se considera como espacios de ocio o de entretenimiento. En realidad, si lo analizamos con mayor profundidad, los hobbies representan asimismo mecanismos fundamentales para luchar contra la ansiedad y el estrés que se generan precisamente durante esos períodos de ocio, en los que la soledad, el vacío físico, emocional e intelectual, así como la inercia y la inactividad de esos ciertos momentos de la vida en los que llegamos a caer todos, se pueden abultar demasiado hasta llegar a convertirse en períodos estresantes más que relajantes, especialmente para quienes están acostumbrados a la actividad continua y al trabajo arduo y constante, sin tregua ni tiempo libre. El modelo proviene de los países del primer mundo, en los que las personas suelen o solían contar con mayor tiempo de ocio, de descanso, de vacaciones o de jubilación, (algo que quizás no sea tan cierto en la actualidad, como parte de los cambios producidos por la crisis económica mundial), lo que facilitó que se generaran una innumerable serie de estilos diferentes de hobbies y de actividades para llenar tales espacios, que siguen siendo vigentes en nuestros días, y que deberían ser actividades que cada uno pudiera elegir y utilizar de acuerdo a su gusto, sus intereses, su personalidad, sus hábitos, su economía, sus capacidades y habilidades, su edad, su género y su perspectiva de la vida. (Continuará)

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