EL ESTRÉS QUE VIVIMOS
Debemos considerar entonces a los psicofármacos de tipo ansiolítico, como una opción sumamente valiosa en el tratamiento de los trastornos de ansiedad, cuando éstos han sido realmente valorados y diagnosticados por médicos calificados. Sin embargo, me parece que en un gran porcentaje de casos se llega a abusar de tales medicamentos, cuando no se ha llevado a cabo un seguimiento y un control adecuados, y se cae en una especie de inercia o se piensa erróneamente que éstos medicamentos deben seguirse utilizando de por vida, lo cual no necesariamente es cierto. Desgraciadamente, en muchos de los casos en los que no se ha hecho una evaluación clínica, ni un diagnóstico adecuado, o en aquellas personas que no tienen un seguimiento o un monitoreo adecuado, se llega a este tipo de exceso y abuso de los ansiolíticos, con problemas serios de efectos secundarios y especialmente de una dependencia importante al medicamento. Es por ello, que paralelamente al uso de tales fármacos, el programa terapéutico debe combinarse con alguno de los diferentes estilos de psicoterapia que existen en el mercado, de modo que el paciente tenga oportunidad de conocerse mejor, de reconocer y valorar el tipo de trastorno o trastornos que padece, así como de sus síntomas y los efectos que tienen en su persona, en su trabajo o en sus actividades, así como en sus relaciones interpersonales y su desempeño social. A mediano o a largo plazo, la psicoterapia le ayudará a detectar mejor los factores y las experiencias que detonan su padecimiento, así como a llevar a cabo ciertos cambios radicales en su forma de pensar, de sentir y de actuar, de modo que estos le sirvan para planear y ejecutar un programa de vida más disciplinado, con cierto tipo de medidas y actividades que favorezcan su desempeño en la escuela o en el trabajo, en sus relaciones personales, o en su vida diaria en general. De tal forma, este tipo de programas terapéuticos no se enfocan exclusivamente al tratamiento farmacológico de la ansiedad y de sus síntomas, sino que se busca en un estilo más extenso y global, que el paciente se conozca mejor a sí mismo, así como a las diferentes áreas que conforman su vida, y que en un momento dado representan amenazas potenciales para desencadenar su trastorno de ansiedad, de manera que el pueda tener un mejor conocimiento y control sobre ellas. Es decir, que no se trata exclusivamente de mantenerlo dependiente de los psicofármacos a lo largo de su vida, sino de facilitar a mediano o a largo plazo la separación de los mismos, según lo requiera y de acuerdo a ese ritmo muy personal y único que poseemos cada uno de los seres humanos. Aunque ciertos estilos de prácticas médicas del presente, especialmente influidas a su vez por las prácticas institucionales, nos ha malacostumbrado a vivir una cultura médica, en la que esperamos "curarnos" a través del uso de una o muchas pastillas, la realidad es que tenemos que tomar en cuenta que existe una gran variedad de otro tipo de recursos terapéuticos que debiéramos conocer mejor y ofrecerles a nuestros pacientes como parte de nuestros programas de tratamiento. Es así entonces, como tales programas de tratamiento, y el aprendizaje que cada paciente incorpore a su vida, tendrá un enorme efecto no sólo en el tratamiento de su padecimiento actual, sino también en la prevención a futuro, que es un área médica que también nos pertenece y forma parte de nuestro entrenamiento pero que con mucha frecuencia, se descuida, no se tiende a practicar y desgraciadamente se mantiene solamente como una teoría más en el tintero. (Continuará).