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NUESTRA SALUD MENTAL

ASOCIACIÓN DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL DE LA LAGUNA, A. C. (PSILAC) CAPÍTULO ESTATAL COAHUILA DE LA ASOCIACIÓN PSIQUIÁTRICA MEXICANA

Dr. Víctor Albores García

VAN GOGH, FILADELFIA Y LA PSIQUIÁTRICA AMERICANA

(DÉCIMA SEGUNDA PARTE)

Desde el nacimiento hasta el final de nuestras vidas, los seres humanos estamos expuestos constantemente a separaciones y pérdidas de muy diferentes tipos, formas y dimensiones; pérdidas que se relacionan con muy variadas clases de objetos, desde aquellos de tipo material que son muy apreciados y valorados, como puede ser el hogar, la ciudad, el país, las propiedades físicas, etc., hasta aquellas otras que tienen que ver con aspectos y funciones de nosotros mismos, incluyendo nuestra salud física o mental, hasta la pérdida de seres humanos que nos son importantes y queridos, porque representan un aspecto vital de nuestra existencia, incluyendo además las mascotas que nos acompañan y sirven de compañía. Indiscutiblemente, cada una de tales pérdidas conlleva un significado distinto de acuerdo al objeto o a la persona que se trate, y al tipo de vínculo que se haya desarrollado, tomando en cuenta que los vínculos emocionales no sólo se llevan a cabo con otros seres humanos, sino también con nuestras mascotas o con cualquier objeto que atesoremos y valoremos. La pérdida de una relación semejante por lo tanto, se convierte entonces en una separación que puede ser sumamente traumática y dolorosa, al grado de paralizarnos emocionalmente debido precisamente a la intensidad del vínculo desarrollado. Tal pérdida puede ser secundaria a la separación o al distanciamiento físico o emocional en la relación, pero igualmente puede ocurrir posterior a la muerte de alguien, que a la larga viene a funcionar como una separación y una pérdida irreparable. La consecuente reacción a esta experiencia se convierte entonces en un proceso de luto o de duelo, conformado por una serie de acciones y sentimientos de gran intensidad que necesitan ser canalizados en forma adecuada para su desahogo. El dolor, la tristeza, la decepción, inclusive el enojo, la impotencia y la frustración, la sensación de abandono y descuido y tantos otros sentimientos específicos para cada caso, suelen ser manifestados idealmente por el llanto y las lamentaciones ante la pérdida, como un proceso de duelo que a la larga nos permitirá separarnos y despedirnos del objeto o de la persona que murió o que nos abandonó. Se trata de una especie de proceso de cicatrización emocional, que puede durar más o menos tiempo, de acuerdo a la relación por sí misma, su duración, su intensidad, así como a una serie de circunstancias que la caracterizaron y la convirtieron en una relación tan especial y única. Las pérdidas y las separaciones forman parte de las experiencias naturales de la vida, ya que los humanos estamos expuestos a ellas cotidianamente y las enfrentamos una y otra vez. Por lo mismo, se podría decir que el duelo es una reacción humana natural, la respuesta de nuestro ser y nuestra sensibilidad ante las pérdidas, las separaciones y el abandono. Para la Dra. Katherine Shear, psiquiatra de la Universidad de Columbia en Nueva York, quien como especialista e investigadora disertó en este congreso sobre un tema tan fundamental, el duelo es comparable a una herida física que se puede complicar durante el proceso, sin llegar a alcanzar su cicatrización y curación natural, por lo que se le conoce entonces bajo el nombre de un duelo complicado. Sería pues como un síndrome resultante de la acción de uno o varios factores que se encuentran bloqueando el curso natural de dicho proceso, y cuyos síntomas básicos son semejantes en todos los casos sin importar la edad o el género de la persona en duelo. Sin embargo, para comprender mejor tal experiencia, tanto de parte del terapeuta, como de los familiares, se deben tomar en consideración toda una serie de factores alrededor de la misma, como serían las circunstancias y el tipo de muerte que sufrió el individuo, sus rasgos de personalidad, el estilo de vida, de relación y de comunicación que mantenía con los demás, al igual que en general el contexto en que aconteció dicha pérdida (Continuará).

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