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Nuevo capítulo de éxito propone Peña; sin probar nada, AMLO pretende eternizarse

Félix Fuentes

Promete el presidente electo, Enrique Peña Nieto, que su gobierno será moderno, responsable y abierto a la crítica. Eso y el regreso a la tranquilidad esperan más de 108 millones de mexicanos, al cabo de tres sexenios agobiantes de la tecnocracia y dos de panistas.

“Está por suceder algo bueno”, dijo el mexiquense luego de recibir la constancia de ganador de manos del presidente del TEPJF, Alejandro Luna Ramos, quien le dijo: “Que sea para bien”. Frente al Tribunal Electoral y después en el exterior de la Cámara de Diputados, grupos de inconformes dirigieron graves insultos a magistrados y legisladores. Su grito de “gobierno de imposición”, advierte que no los convence la victoria de Peña Nieto sobre López Obrador, con diferencia de 3 millones 309 mil 765 votos.

Miembros del #YoSoy132, en el cual se mezclan choferes de ruleteo y vendedores ambulantes, tienen en mente el invento de AMLO de que el PRI compró 5 millones de votos, para lo cual obsequió, incluso, guajolotes, patos, puercos y borregos.

Algunos analistas esperaban de los magistrados Salvador Nava y Flavio Galván, que hubiesen investigado el proceso electoral y sancionado al priismo y a Peña Nieto. Pero los juzgadores no son agentes del Ministerio Público que hagan investigaciones, antes y durante las elecciones. Elaboran sus dictámenes con los elementos o pruebas presentados por quienes promueven las impugnaciones.

Cada una de las nueve quejas del Movimiento Progresista fueron desmenuzadas renglón por renglón y la conclusión fue que López Obrador y su bando no demostraron compras o coacción de votos.

Las tarjetas de Soriana, por mencionar un caso, son un gancho para atraer a clientes con descuentos de hasta 15% en algunos productos y el PRI las repartió entre su personal, el que participó en el proceso electoral. No las obsequió a los electores. Al parecer se incurrió en algún ilícito con las tarjetas de Monex, pero tampoco lo demostraron los progresistas. López Obrador careció de elementos probatorios en sus impugnaciones y por ello exigió al presidente Calderón la presentación de pruebas “porque de no hacerlo sería traidor a la Patria”. O sea, estaba con las manos vacías y el Tribunal Electoral no podía hacer los milagros que exigía.

Nada podía esperar AMLO de Calderón si han sido adversarios de siempre, además de que la clase empresarial está en su contra y él ha cubierto de insultos a los medios informativos. Ahora declara que no se retira, “hasta cuando la Patria sea de todos”. ¿Y vivirá para verlo?

Peña Nieto no quiere verse en ese espejo y propone un trabajo conjunto y “escribir un nuevo capítulo de éxito en la historia de México”. Lo dijo al felicitar a los nuevos legisladores: “Que nuestras legítimas divergencias sirvan para enriquecer las políticas que en este momento exige el país”, propuso.

López Obrador afirmó que Peña Nieto no se sentaría en la silla presidencial “porque el pueblo no lo quiere”. Estaba tan seguro de ganar que externó una larga cadena de propósitos. Transformaría a la nación, abriría escuelas para todos los niños y los estudiantes serían becados en su totalidad. Prometió que a nadie faltaría vivienda ni empleo. Y como el dinero de los impuestos alcanza para todos, dijo, los del #YoSoy132 tendrían apoyos del presupuesto federal para su desempeño. Son los sueños de AMLO y debiera repasar lo que dicen los empresarios y Vicente Fox de él.

Ante la pobreza de 65 millones de mexicanos, Peña Nieto se obliga a iniciar el gobierno que promete, moderno y responsable.

Estaremos pendientes del “está por suceder algo bueno”, sin las viejas prácticas de los dinosaurios priistas.

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