Los conteos de muertos y evadidos de cárceles son interminables y los realizan periodistas y algunos medios ante la indiferencia oficial. En este sexenio se han fugado 681 delincuentes y de los ejecutados son tergiversadas las cuentas, pero oscilan entre 60 y 70 mil.
El presidente electo, Peña Nieto, alabó en su visita a Colombia lo hecho en aquel país contra el hampa de las drogas y se asesora para emprender en México el combate eficaz a ese flagelo, puesto que la herencia de Felipe Calderón en materia de seguridad será peor al infierno imaginado por Dante Alighieri.
Durante los festejos patrios se dio cuenta de 16 cadáveres metidos en una camioneta en la Costa Grande de Guerrero, todos acribillados. Y 17 presuntos delincuentes fueron muertos en los límites de Jalisco y Michoacán. De ambas matanzas no se da por enterado el gobierno calderonista.
Decimos presuntos porque el gobernador panista jalisciense, Emilio González Márquez, dijo que los 17 ejecutados con el tiro de gracia —dos militares entre ellos— eran delincuentes. Pero sólo seis fueron identificados a través de huellas dactilares.
¿Y los otros quiénes eran? México es visto como nación de asesinos, lo cual no se puede refutar si el exdiputado panista Hernán Belden fue secuestrado y muerto de un golpe en la cabeza, lo cual incrementó el enojo de la población de Nuevo León contra el gobernador RodrigoMedina, quien con sus pesares y declaraciones pretende componer la tan grave situación.
En un taller mecánico fueron acribillados cuatro hombres por un grupo armado, pero a crímenes de este nivel ya no se les pone atención porque en la entidad regiomontana suceden todos los días y la población opta por encerrarse antes de que anochezca. Se acabaron las cenas del cabrito en los restaurantes y las idas a los cines debido al terror implantado por las mafias.
En Cajeme, Sonora, fue ultimado a tiros frente a su esposa el diputado local electo Eduardo Enrique Castro Luque, horas antes de que tomara posesión. El gobernador panista, Guillermo Padrés Elías, recibe reproches colectivos a causa de la inseguridad en que ha caído ese estado, el cual se salvaba de la ola criminal norteña.
Otro diputado local del PRI, Jaime Serrano Cedillo, fue apuñalado en Nezahualcóyotl, Estado de México, el domingo pasado y tampoco se sabe nada de él o de los homicidas. Es la ola de sangre que se extiende por la república.
También en el oriente del Edomex, Nezahualcóyotl y Chimalhuacán, fueron ejecutadas siete personas y los matones dejaron sendos mensajes de La Familia Michoacana, atribuyéndose esos crímenes. En esa zona han sucedido 199 ejecuciones en este año. Otros siete individuos fueron abatidos en Torreón y también pasan al olvido.
El Universal lleva las cuentas de 681 evadidos en este sexenio, de los cuales se han fugado más de 400 de presidios de Tamaulipas, entidad prácticamente tomada por el cártel de Los Zetas, quienes se ufanan de su poderío en el Noreste de la república y en estados del Golfo de México.
La evasión de 131 del penal de Piedras Negras, Coahuila, es atribuida a Los Zetas y el presidente Calderón no tardó en deplorarla, como acostumbra. ¿Ignora acaso que las mafias de las drogas compran a las autoridades de los penales o las amenazan de muerte hasta lograr la liberación de sus compinches? Es frustrante la guerra del mandatario panista por no prever dónde meter a los delincuentes capturados. Repletó las cárceles locales, como sucedió en Piedras Negras, de los cuales eran 86 responsables de delitos federales del total de los prófugos y sólo 48 de delitos comunes.
Sin construir presidios de seguridad, Calderón se atreve a criticar a los gobiernos estatales por no mantener en buenas condiciones a las cárceles que datan de hace 100 años o más.
Fue detenido Jorge Eduardo Costilla “El Coss”, líder del Cártel del Golfo. ¿Y qué?, si para ahora debe haber ya dos o tres sustitutos.
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