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ORDENANDO EL CAOS

¿PARA QUÉ CAMBIAR?

Dalia Reyes

Hipótesis: ellos tienen la razón.

Pregunta generadora: ¿por qué los señores no cambian el rollo de papel sanitario? Respuesta directa: porque no es necesario.

Voy a desarrollar mi premisa enseguida y demostraré, al final, que los señores tienen la razón cuando conservan, cual valiosas joyas, ciertos objetos que para las mujeres representan una aberración visual en cualquier sitio del hogar.

Capítulo I

Las mujeres asignamos lugares específicos a todas y cada una de las cosas antes, durante y después de su uso en casa. Así sea que recién llegamos a un nuevo domicilio, cuando el viejo nos pregunta en dónde están sus calcetines, respondemos: en el cajón de los calcetines. El hombre debe abrir entonces los 12 que conforman el clóset y, probablemente, dé con ellos, si es que no asignamos uno extra, con tapa y forro, en la parte superior del mueble.

De igual modo, tenemos cestos para la ropa sucia, la ropa lavada sin planchar, la ropa limpia que no se plancha, la ropa planchada que se ensució, la que ya no usamos, la que podríamos dejar de usar, la de regalar y la pendiente por decidir. Asignamos bolsas plásticas para toda clase de basura. Ahí es donde aparecen los caballeros, porque su desazón aumenta cuando se enteran que deben separar las botellas de champú de las cajas del jabón, los rastrillos inútiles y el tubo del papel sanitario. Además, siempre hay un cilindro, varilla, hueco o pedestal para colocar el nuevo rollo.

Capítulo II

Las señoras no acostumbramos impartir cursos de inducción y ellos deben adivinar en dónde va cada cosa, so pena de recibir una reprimenda disfrazada de indirecta: "¿ya puedo colocar en su lugar el empaque de tus camisetas?".

El que los envases de todo estén fuera de su bolsa nos causa desazón. Es una tendencia Gestalt que nos consume: debemos cerrar círculos constantemente, si la muñeca de pasta que adorna la repisa está diez centímetros atrás de lo acostumbrado, no podemos evitar volverla a su lugar de inmediato. Pero son círculos que nosotras solitas abrimos, así que otros no pueden aprenderlo por ósmosis.

Capítulo III

La constante frustración de no dar con bola lleva a los señores a un estado de incomodidad y rebeldía. Si finalmente no atinan a encontrar la bolsa correcta, entonces el subconsciente los domina y dejan el tubo del papel vacío en donde estaba, el papel de rollo nuevo sobre el tanque del sanitario, la caja del jabón en la ventana del baño, el rastrillo usado en la parrilla de la regadera y el empaque de sus medicamentos sobre el gabinete de la cocina.

Conclusión

El resultado, independientemente de nuestra cólera, es que se llenan menos bolsas de plástico -lo que agradecen los peces-, no usamos todas esas monerías para colocar los objetos -ahorramos dinero-, reunimos una gran cantidad de cartón en casa -que nos pagarán a un peso el kilo-.

Por si fuera poco, tenemos la mejor muestra de que las cosas pueden estar en cualquier parte y no pasa nada, pero nada. (dreyesvaldes@hotmail.com).

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