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ORDENANDO EL CAOS

DE EMBARAZAMIENTOS

Dalia Reyes

Escuché hace algún tiempo el lanzamiento de un seguro para mujeres embarazadas por extraterrestres. ¿Les faltaban ideas para salir del paso, muchachas?

La verdad, actualmente las mujeres caídas en situaciones tan embarazosas como la de estar en estado interesante sin haber contraído matrimonio ante las leyes de Dios y de los hombres, poco interés tienen en justificar su falta, ni siquiera se toman la molestia de argumentar que "la mujer es fuego, el hombre estopa, viene el diablo y sopla…".

Cuando andaba yo por los 10 años, fue la última vez que escuché a la gente grande decir cosas feas de una mujer: era viuda y, queriendo justificar un extrañísimo embarazo, dijo que en mala hora se le ocurrió ponerse los pantalones de su difunto marido, a quien el diablo tenía de las orejas hacía como cinco años. No quiero imaginar el colosal acontecimiento que, pre mortem, tuvo el hombre para dejar material suficiente que embarazara a su mujer luego de un lustro de viudez.

Con todo el respeto que me merece, después de la Virgen María, ninguna mujer tiene derecho a que se le crea un embarazo como no sea por las formas conocidas; además, tampoco tiene el deber de informarnos los detalles.

Ahora bien, el asunto de los extraterrestres empieza a ponerse de moda, sobre todo en cuestiones metafísicas, tántricas o del nirvana, y el que compañías aseguradoras se hayan interesado por el producto que pudieran dejar en la tierra los alienígenas, como se interesaría cualquier mortal si pariera un hijo de Zeus -cosa que por cierto no se le dificultó a pesar de todas las trabas que le ponían, ahí está Perseo para muestra-, pudieran tener una razón económica: imagínense cuánto dinero ganarían estos individuos si, ya teniendo al niño -o como llamen a los chiquillos en otros planetas-, lo cedieran a la NASA para estudiarlo, al Vaticano para esconderlo o a Estados Unidos para paliar la deuda externa. La última opción me parece más viable, porque con diez o doce chamacos pagaríamos todas las letras pendientes que, hasta donde sé, son casi todas las del abecedario.

Las aseguradoras son muy sagaces y seguro encontrarían otras formas de darle uso al producto inusitado: exhibirlo en el circo, dependiendo de cuántos ojos tenga, que tan largos tiene los brazos, si es verde o transparente, es otra opción. Claro está, si sale a la madre, no pagarán ni un quinto porque a nadie le interesa encargarse de un niño igual a los que salen todos los días.

Desconozco si inventaron el seguro porque saben ya de algún caso, puede ser, el otro día apareció una foto de un hombre con escamas -¡qué difícil rasurarse!-, la madre no aclaró si era hijo de marciano o saturnino, supongo que lo calló porque su marido, que era lampiño, le pediría el divorcio, no tanto por el adulterio como por el ridículo.

Creo que no tienen pruebas suficientes, porque ni siquiera el chupacabras -al que relacionaron con Drácula, que si bien era sangrón no estaba tan feo-, las chivas con dos cabezas o las gallinas con una pata podrían serlo, esas cosas ya le pasaban a mi abuelo en el rancho y adjudicaban el asunto a un eclipse o al acomodo de los animales cuando los procrearon.

Por lo pronto, en este mundo moderno y tecnológico, nos dieron una buena idea para argumentar cosas que nos pasan y son ajenas a nuestra voluntad.

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