Hay una diferencia más que sutil entre ser fiel por temor y ser fiel por amor. De eso hablaba con una amiga querida la otra noche. Pero como íbamos camino a casa, la charla quedó inconclusa y ella, lo sé, con un susidio en la cabeza.
Las almas superiores, como la de ella, tienen una envidiable claridad al respecto. Me dijo esa noche cómo ella no perfilaba en su futuro una relación meramente física, no le encontraba sentido. Así de prístina debería ser la idea en todos pero, déjame decirte Ema, que la regla se confirma en infinidad de seres, porque son la excepción.
De modo más prosaico, lo que quiero plantear es que a la mayoría de los seres humanos -desconozco el punto con los animales- no le basta con el principio de que, teniendo una pareja, no debieran necesitar ningún otro acercamiento. ¿Cómo es que se medio logra la fidelidad entonces? Por la amenaza y nada más.
Las personas comprometidas por la vía legal quedan advertidas respecto de la fidelidad, so pena de enfrentar un castigo palpable, terrenal. El miedo al ridículo o a quedar evidenciados en sus debilidades es el motivo que mueve a los seres inferiores que en nada se parecen a mi amiga.
Y es que yo le dije que tendríamos que estar de acuerdo con la fidelidad. Entonces me vio con esos ojos interminables que tiene y no discutió mi postura, por lo menos no con palabras, pero sí con la mirada. Así que merece la pena la siguiente aclaración.
Cuando somos fieles por temor, no vale. Estar con una persona al lado con tal de ser considerado legal, es, en muchas maneras, un engaño en sí. Pero cuando nos quedamos por amor, entonces cumplimos a pie juntillas con todos los principios de la unión civil y espiritual, pues nos quedamos por la convicción de hacer lo correcto para nosotros.
Saber, y hacer saber a nuestra pareja, que el acto de considerar a alguien más es una posibilidad, y aun así, mantenerse juntos y monógamos, eso es para mí, querida Ema, la verdadera forma de la fidelidad, la más honesta y duradera.
Ser fieles por temor puede cambiar cuando el congreso diga o se desdiga; cuando la cámara decida que no hay adulterio por encontrar al cónyuge cohabitando con otro (a) en el domicilio conyugal… ¡ah, pero si ya lo dijo!
Pero la fidelidad por amor, así un juez diga que engañar a la pareja es obligatorio, sería, sencillamente, imposible, como lo es para mi amiga.