Sé cuánto merezco estar ahí mirando hacia el techo, con la determinación de contar las fisuras practicadas por la humedad en la cal eterna, testigo de nuestra insistencia por escaparnos de la intemperie.
Podría quedarme una tarde completa aspirando los efluvios del pan de ajo provenientes desde la cocina, en la planta baja de ese pequeño y escheriano hotel de un italiano en Real de Catorce. Y cómo no iba a ser italiano si en su menú se ofrece la pasta y el vino tinto y blanco como si fuese cosa común en las empinadas calles de Real de Catorce.
Debería estar encaramada en ese tercer piso, justo antes de la terraza practicable de tendederos para que cuelguen ahí sus ropas quienes sólo tuvieron a bien colgarse la mochila al hombro y aventurarse por los entresijos de un México que se extingue.
No me importaría esperar en el baño de la puerta para ver las figuras que conforman los vapores emanados por los cuerpos transparentes de jóvenes teutónicas, lavadas en baños comunitarios, un atractivo menos de sus finlandias, noruegas y alemanias, desde donde vinieron nada más a que las mojara esa agua que sale de entre rocas pringosas de oro y plata, pero oculta bajo el barro muerto del desierto en San Luis Potosí.
Nada tengo que hacer aquí: mis ojos deberían estar posados en el cerro, en espera de ver salir los humos de hierbas y cactáceas, señal de que otro huichol se está casando con la tierra, la vida, la muerte y con una huichola ataviada de bordados y chaquiras.
En verdad les digo: ahora mismo abordaría cualquier jeep que me subiera desde Venado hasta las minas huecas de tesoros y llenas de esperanza por un muerto que tiende a revivir cada año con promesas de trabajo y realidades de desazón, vendimia y borrachera en las calles de lo que sigue siendo, según la guía turística, un pueblo muerto que camina todas las noches de la iglesia hasta el panteón.
Pero estoy acá, con los ojos puestos en lo que escribo y en mi deseo de estar allá, con la determinación de contar las fisuras practicadas por la humedad en la cal… Perdón, amigos míos, me distraje hablando conmigo. ¿De qué estábamos platicando?
(dreyesvaldes@hotmail.com)