Providencialmente, este año celebro mis primeros 25 en el periodismo. La providencia intervino en que, justo cuando estaba pensando que la fecha tiene cierta relevancia, me comunican lo siguiente: me hice acreedora a la presea "Armando Fuentes Aguirre" por trayectoria en periodismo cultural, que concede la Universidad Autónoma de Coahuila.
Debo reconocer que hace dos décadas tomé la determinación de no participar en concurso ni contienda alguna, aunque en los albores de mi carrera tuve reconocimientos que dieron una idea de que, quizá, podría lograrme en esta profesión.
He llevado esta profesión en una relación azarosa, apasionada, agresiva, reconciliada, productiva y reproducida. No me atrevería a compararla con el matrimonio, porque eso serían, más que palabras mayores, palabrotas; sin embargo, debo decir que, como los consortes de muchos años, cada vez nos parecemos más ella a mí y yo a ella.
Una de las razones por las cuales decidí continuar en su compañía es porque, a diferencia de otras actividades donde destaca la mujer, en ésta, entre más años nos llegan más podemos enseñar. De ahí que cuando me preguntan ¿tú qué eres? Siempre respondo así: soy periodista-profesora. ¿Vieron que no dije la "y"?
Omití la conjunción porque mis maestros, universidades andantes, me mostraron que no se puede ser un profesional de la prensa escrita si no se es un enseñante de todos quienes se acercan a nuestro trabajo. Así, yo debo reconocer que me inscribí en sus escuelas, y que deseo continuar aprendiendo, aunque para lograrlo, deberé pedirles que por esas inscripciones y colegiaturas que no pagué, me concedan otra prórroga de 25 años.
Dicen que la edad no importa, así que no tengo la menor pena de aceptar que seguiré ocupando una butaca en el sitio del alumno, pues cada mañana, cuando me siento a escribir, descubro que puedo hablar de un nuevo tópico, pero eso mismo me lleva a ignorar decenas de otros más, lo que agranda, exponencialmente, mi ignorancia. Seguiré en las aulas, porque he sido académica, sin embargo, debo aceptar que la certificación del periodista se la otorga el empirismo.
Mucho he criticado el gasto innecesario que hacemos de las palabas. "Gracias" es un buen ejemplo: lo decimos a la primera provocación quitándole su sentido profundo de acercamiento, identificación, es por eso que tal palabra debería usarse, en exclusiva, cuando la voz sale desde el corazón y los cajoncitos del cerebro.
Entonces, con permiso: Gracias a mis maestros, mis compañeros de trabajo, mi familia y a la UAdeC que hoy, providencialmente, hace este regalo por mi cumpleaños 25.
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