No quiero ni pensar la fatalidad en su vida: si esa chica de la tele fuera yo, seguro nunca se hubiese perdido en la selva; jamás andaría buscando momias en Egipto, nunca aceptaría un viaje por más de dos noches, a reserva de tener un buen resguardo, como Fiona en Shrek Primero. Ella preferiría quedarse en casa, a piedra y lodo, ante la imposibilidad de mantener impoluta, en cada capítulo, su existencia.
Me pregunto si todo este asunto es la confirmación del acierto platónico, consistente en aseverar esto: hay personas de oro, de plata y de bronce. Y fíjense bien, amigos y amigas, en ese grupo ni siquiera estaban todos los mortales incluidos, pues ese grupo selecto no consideraba a la "prole", parafraseando a Paulinita; seguramente el hombre nos hubiese calificado como hechos de pirita y bisutería, si hubiese existido semejante material en la época clásica, cuando habitó el filósofo pensador.
Debo aceptar la realidad: esas chicas capaces de sobrevivir a una aventura junto a Indiana Jones, Clint Eastwood o Pierce Brosnan no son como la mayoría, tienen dones divinísimos que las revisten de poderes inimaginables en las mujeres del montón. ¿Acaso no se han fijado? Rachel Weisz, en "La Momia", pasa todo el film con el chongo hecho, y ya no hablemos del cabello: jamás se le corre el rímel ni le caen las pestañas sobre sus ojotes. Y luego la Calista Folckhart se avienta siete días y siete noches con Harrison Ford en una isla desierta, y ni siquiera le surge una ceja impertinente.
No vayamos más lejos: ahí está Bárbara Blade, saltando cual mono en una liana sin sudar la gorda. A este grupo se le adjuntan todas esas chicas de telenovela que fueron encerradas, durante 10 años, por un maldito padre, y cuando un chico bien parecido, rico y buena gente, tiene a bien encontrarlas, llevan un vestido corto y no es menester que pasen antes al salón para depilarse, todas ellas son la perfección andando, pero con expresión de zombi ante la luz del sol.
Si todas esas chicas fueran yo, usarían pantalón en cada escena, llevarían un sombrero permanente, portarían burkas de colores sobre su piel cambiante e iban a requerir guantes simuladores de padrastros y mordiscos en las uñas. No, de plano, todas esas chicas estarían escribiendo artículos y jamás, jamás, saldrían en la tele.
(dreyesvaldes@hotmail.com)