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ORDENANDO EL CAOS

EL FIGURÍN DE JUANITA

Dalia Reyes

Preguntaba una querida amiga y colega que si es conveniente trabajar en las aulas con la fantasía de los niños. La cuestión se dio porque discutimos, en la educación, en qué momento los estudiantes deben empezar a aplicar criterios y albedríos sobre asuntos que van más allá de lo que parece un sueño. Cada vez más pronto los muchachos dejan atrás la imaginación.

Le dije que no sólo era conveniente, sino necesario e imperante, porque, a final de cuentas, es la esencia infantil, y el que ellos se enteren de que no es sólo una herramienta de pueril vergüenza, lo que ayudará en cuanto empiecen para traer la fantasía a su lado, así sean jóvenes, padres de familia o gobernadores de un Estado.

Siendo niña, me gustaba visitar a Juanita. Confeccionaba ropa la pequeñita mujer y se perdía tras de la máquina Singer cuando tenía algún encargo. Al lado tenía siempre un figurín, así llamaban al catálogo de modas y estilos habidos y por haber, de donde las señoras hacían realidad sus sueños. Yo también hacía los míos. Tenía el librote una sección de disfraces y, entre ellos, los de princesa ocupaban una amplia sección. De ese modo fui Cenicienta, princesa, amazona, india valiente y habitante de una casa que más era un castillo.

La imaginación que ejercité en ese tiempo me quedó toda la vida. Seguro mucho ha sido alimento para escribir lo que ahora usted lee. Mas, sobre todo, es el sustento que cada día me hace ponerme en pie frente a un grupo de muchachos que en medio de su exagerada algarabía en verdad no saben si ser niños o empezar a cargar con el peso de la edad adulta.

Cuando los docentes preparan sus clases consideran los planes y programas establecidos por la parte oficial; los formatos que requieren los inspectores y directivos; entran en una discusión pedagógica sobre la viabilidad de las estrategias y los planes por proyectos y luego suponen qué podría darles resultado en el salón, entendido esto en que sobrevivamos 40 minutos dentro del aula.

Los niños de educación básica -y aún de preparatoria- suelen crecer cada vez más rápido, pero sólo de tamaño, por ello creo que todos mis colegas profesores tendrían que abrir una sección en sus planes de trabajo diarios, un renglón por lo menos, dedicado al ejercicio y la práctica de la fantasía. Esto implica sólo una sencilla cosa: que por lo menos uno -a diferencia de Sodoma- no la haya perdido. Ojalá tuviera, aún, el figurín de Juanita.

dreyesvaldes@hotmail.com

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