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ORDENANDO EL CAOS

EL AMOR EN ESTOS TIEMPOS

Dalia Reyes

Siendo yo estudiante, un compañerito escribió un mensaje para quien esto suscribe. No encontró mejor soporte que un abatelenguas, nos lo había pedido la maestra para hacer manualidades en épocas navideñas. Si consideran que cursábamos primero de primaria, su frase "te ciero mucho" resulta altamente significativa, con todo y su deficiente ortografía.

El problema radicaba, sin embargo, no en mi desdén hacia el enamorado, sino en mi fijación por un niño de tercero. Claro está, ese amor era imposible por la diferencia de estaturas, nuestras familias jamás lo aceptarían, así sea que para el amor no hay edad. Aún la radio no ponía de moda "Dos amores", con Manuel Ascanio, sin embargo, yo tenía conciencia de cuán indebido era tener más de uno; así que mantuve ese platonismo por el compañerito mayor… ¡su madurez era arrobadora!

Claro está, hablo en "tiempos del cólera", si García Márquez me lo permite, época cuando los deseos se ralentizaban en espera del instante perfecto y debidamente ornamentado. Hoy por hoy, el amor tiene prisa, se acelera y, a menudo, es inalcanzable; su posición se esfuma cual fotón a resultas de que ni chicos ni grandes podrían determinar si ya tienen novio, o no, si ese novio es real o de mentiras y nadie pude determinar cuando es el momento de adecuad para nada.

La terapia para el desamor, en el pasado, consistía en una regañiza de los padres, cuyos argumentos fluctuaban entre: "¡Todavía no te sabes limpiar los mocos y ya quieres novio!", "¡Aprende primero a bañarte bien y luego verás si alguien se fija en ti!", "Mientras estés estudiante te olvidas de noviecitos"… y así por el estilo, lo que prefiguraba un destino solitario por lo menos hasta la prepa.

Nuestros jóvenes inauguraron nuevas vías de solución: terapias psicológicas, instancias fiscales para la atención de delitos cibernéticos y canalización hacia dependencias varias para resolver conflictos de personalidad. ¿Y esto qué con el amor? Todo con él: perdidos en un mundo virtual, pueden tener relaciones sexuales con una pareja electrónica y sentir que la vida se va si no vuelven a encontrar disponible su conexión; son capaces de decidir si un mundo alterno creado en la computadora es el mejor sitio para pasar el resto de sus días; no se digan los casos de abuso sexual a raíz de "noviazgos" por face book con desconocidos.

En una ocasión me atreví a escribir el nombre de aquel niño de tercero en una escalera. No recuerdo cómo se llamaba, pero sí tengo presente el día entero invertido dando tres manos de pintura a la pieza de madera, castigo a mi insolente irreverencia. Ahí paró la cosa.

Hace una semana, una niña de secundaria fue secuestrada por su novio virtual y sus padres la buscan incansablemente sin dar con la puerta que los lleve con ella a esa dimensión perfecta. Así es, queridos amigos, el amor en estos tiempos.

dreyesvaldes@hotmail.com

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